Desde luego no te voy a echar de menos (por nefasto), pero seguramente tampoco vaya a olvidarte mientras viva. Demasiados recuerdos, malos recuerdos, de esos que se clavan en el alma y hacen una herida que aunque cure, nunca acaba de cerrar y deja cicatriz. Recordaré 2013 como uno de los peores años de mi vida; como el año en el que perdí mi ser y dejé de ser yo para convertirme en una persona distinta, una persona distante, introvertida, más huraña si cabe, y muchas más cosas feas. Me he convertido en una marioneta llena de temores y de incertidumbres, insegura y cobarde.
Ha llegado la hora de tomar las riendas de mi vida, de respirar profundo, de pensar con frialdad y seriamente y hacer lo que debí hacer hace mucho tiempo, dar carpetazo y apartar de mi vida aquello que me hace daño.
No sé yo si por el mero hecho de pasar de año las cosas cambian porque sí y sin más, pero me gusta pensar que hay fechas y momentos que pueden convertirse en punto de partida o que son un punto de inflexión. Seguramente mañana todo siga exactamente igual, pero hoy sólo quiero pensar en disfrutar y pasarlo bien con la gente a la que quiero.
Confío en ti, 2014.