martes, 30 de diciembre de 2008

Hasta siempre 2008.

Mañana termina este 2008, con lo que creo que esto será lo último que escriba aquí este año. Con el día de fin de año me ocurre lo mismo que con el día de mi cumpleaños, no es una fecha cualquiera, es especial, por lo menos a mi me hace ilusión. Seguramente sea una tontería y al día siguiente todo continúe como igual, pero me gusta pensar que es un punto de inflexión, el fin de un ciclo y el inicio de otro... no se sabe si mejor o peor, pero con ese bagaje que da haber vivido.
La verdad es que no me da ninguna pena que termine 2008, porque en general no ha sido un año demasiado bueno. No sé por qué los años pares no me van muy bien; con esto no quiero decir que no haya momentos buenos, ¡faltaría más!, pero son años que no. No me queda más que confiar en 2009, año impar y con suma capicúa, ahí es nada (en fin, lo que a uno le da por escribir para animarse, y si la película no me gusta cómo termina pues le vuelvo a echar la culpa a los números, como si los pobres tuvieran algo que ver, y que me disculpen Pitágoras y su gente).
Recordando lo que ha ocurrido a lo largo de 2008, como hace la televisión en estas épocas del año, unas cuantas cosas son destacables: empecé el año despidiéndome del trabajo, para estudiar las oposiciones otra vez y, otra vez, suspendí (si es que las oposiciones estropean todo un año ellas solas); seguí manteniéndome activa con el interminable papeleo y demás de la casa de Vero, que parece que por fin se acaba; desde mayo hasta julio trabajé como profe de lengua en el Sandoval, una experiencia de lo más gratificante, y eso que era todo un enigma lo de aquel programa llamado "Éxito escolar" pero me lo curré un montón y creo, casi sé, que salió bien; en verano volví a ser Quinta, esto sí que me gusta porque me rejuvenece como nada, aunque me han tocado algunos quintos un poquito...digamos pasotas (y ahí lo dejo).

Terminé el verano agotada y dolida por dos cosas que aún hoy arrastro: por aquella desagradable contienda que dividió al pueblo por el tema de la caza, y sobre todo por la cruenta guerra fría que nos ha desunido (como ya he hablado otras veces de ello hoy toca pasar del tema).

Pero sin duda alguna, este año he vivido unas cuantas alegrías. Hemos tenido dos bodas en la cuadrilla, la de David y Miriam en abril y la de Óscar y Laura en octubre, geniales las despedidas de solteras y por supuesto las bodas (este tema merece una entrada aparte, estoy en deuda).

Y desde luego dos alegrías más en el fútbol ¡qué haría yo sin el fútbol!. El Cale por fin dejó constancia de lo que vale, nos clasificamos como primeros de grupo y llegamos donde nunca habíamos llegado; lástima que no pudo ser todo, pero bueno, poco a poco. Inmensa la celebración...

Y el gran momento fue la Eurocopa, nunca había disfrutado tanto pegada a la tele. Fue fantástico vivir aquello, todos en el bar, incluso en la plaza, con la cara pintada, con mil banderas, atónitos frente a la pantalla... Ayer noche vimos Víctor y yo un resumen de los partidos de España y fue inevitable volver a sufrir viendo la tanda de penaltys contra Italia, vibrar con el paso a la semifinal y sobre todo emocionarse con el definitivo gol de Torres en la final contra, ni más ni menos que, Alemania.
Posiblemente todo lo que ha ocurrido en 2008 quede almacenado en la memoria como un leve recuerdo, todo menos aquellos días en los que España ganó Eurocopa. La única que yo he visto, de momento...

viernes, 26 de diciembre de 2008

Mi distimia y yo.

He aquí la explicación... El primer paso, identificar y asumir el problema, ya está dado; el siguiente, como me conozco, creo que tardaré mucho tiempo en darle... si es que le doy algún día. La pista me la dio Gloria, la protagonista de ¿Qué tal cariño? de Santiago Moncada; una obra más que recomendable.

Lo que aquí sigue me parece un artículo interesante, si bien, es puramente teórico, va sin matices y sin anestesia:
"No soporta que lo más mínimo le contrarié? ¿Se enfada por todo?¿Unas veces está abatido y otras no, de forma que sus reacciones son totalmente imprevisibles?¿Se da cuenta de que su comportamiento está haciendo la vida muy difícil a quienes le rodean? Quizás lleve tanto tiempo así que ya muchas personas, e incluso usted mismo, crean que es "su forma de ser? Pero tal vez padezca distimia, un trastorno psicológico muy frecuente para el que hay tratamientos eficaces. Y cuanto antes se ataje, mejores son los resultados. Por ello, los especialistas aconsejan a cualquier persona que se encuentre irritable y con altibajos en su estado de ánimo durante más de tres semanas consecutivas, tanto si conoce los motivos como si no, que acuda a un profesional de la salud o a un psicólogo.

Humor perturbado
Para el doctor Juan Romeu Bes, especialista en Neurología y Psiquiatría, profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona y facultativo de la Unidad de Psiquiatría de la Clínica Quirón de Barcelona, "un distímico es lo que todos conocemos por una persona amargada". Acostumbra a tener muchos altibajos, es irritable y suele mostrar tendencia a estar triste. Y esto no forma parte de su carácter "porque sí". "Es un trastorno que tiene explicación y se cura", comenta con optimismo.
La distimia, cuya raíz griega hace referencia al "humor perturbado", es un trastorno mental, psicológico o del comportamiento que se recoge en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM) de la American Psychiatric Association de 1989. Según el doctor Romeu, este concepto puede equipararse al de "depresión menor", es decir, se emplea para calificar una alteración del estado de ánimo que tiene síntomas más leves que la depresión mayor y que no son constantes. Pero puede hablarse de personas distímicas, puesto que se trata de una alteración que puede durar semanas, meses o años.
A continuación se expone, con la ayuda de este psiquiatra, un listado de síntomas posibles (no tienen que darse todos) donde se refleja cómo afecta esta enfermedad a las personas que la padecen:
La persona que sufre distimia manifiesta muchos altibajos del estado de ánimo. Sus reacciones son imprevisibles. Algunos días se levanta de buen humor, pero otros parece hacerlo "con el pie izquierdo".
En los momentos "bajos" suele estar irritable, entra en discusiones con facilidad, chilla por nada y hace la vida muy difícil a quienes le rodean.
Un distímico puede o no estar triste, abatido o deprimido. Los individuos pacíficos acusan más la tristeza que la irritabilidad.
Tolera muy mal las frustraciones, soporta mal las contrariedades y, en los momentos bajos, la cosa más pequeña le puede aturdir.
Presenta dificultad para disfrutar plenamente de las cosas positivas de la vida, aunque en sus momentos "altos" dice que puede divertirse y estar feliz.
Puede tender al aislamiento social y denotar menor locuacidad de la habitual.
Puede sufrir insomnio, despertarse varias veces durante la noche y encontrarse cansado por la mañana. También puede presentar disminución o aumento del apetito.
Le cuesta concentrarse y tiene problemas de memoria incluso para actividades lúdicas como ver una película, por ejemplo.
Se agobia con pequeñas dificultades. Tal vez se queje de que las cosas son muy complicadas y de que los contratiempos le superan.
Frecuentemente somatiza su problema. Cefaleas y vértigos, junto a los estados de fatiga crónica, son habituales en los pacientes con distimia.
Aumentan sus manías, sus fobias y su ansiedad obsesiva en los momentos más bajos. Los temas que le preocupan rondan por su cabeza una y otra vez.
Aunque a veces esté claramente depresivo, puede, al cabo de un rato, mostrarse optimista y jovial.
Los manuales hablan de trastorno distímico cuando el estado de ánimo que se describe dura la mayoría del día y la mayor parte de los días durante dos años en adultos y uno en niños. Sin embargo, tanto el doctor Romeu como Andrés López de la Llave, doctor en Psicología y profesor de Metodología de las Ciencias del Comportamiento en la UNED, aconsejan consultar a un profesional de la salud o a un psicólogo a cualquier persona que durante más de tres semanas se encuentre "baja de moral", irritable y con falta de "ganas de vivir", independientemente de que conozca o no los motivos. Porque si se trata de distimia, la opinión es unánime: "El tiempo no lo cura todo; a veces lo cronifica".
Distimia y depresión
En sus inicios, depresión y distimia tienen mucho en común, pero es muy diferente su intensidad y su grado de incapacitación. Las personas con distimia siguen trabajando, "aunque vayan arrastrándose y cada tarea les parezca un mundo", afirma el profesor de la UNED. "Por contra, una persona con depresión, a veces, no puede ni salir a la calle porque se echa a llorar", remarca.
Otra de las diferencias, de acuerdo con Andrés López de la Llave, es que -según él- podría decirse que existen "circunstancias de la vida", aunque no sean identificadas por el propio paciente, que desencadenan esta "depresión leve".
Lo normal es que tras una desgracia familiar, un problema laboral etc. el ánimo se encuentre deprimido y se manifiesten ciertas emociones. Pero, tal y como expresa López de la Llave, "la diferencia entre las respuestas patológicas y las normales radica en su intensidad y en su duración".
En cuanto a las causas de la distimia, este psiquiatra considera que "ninguna depresión es realmente endógena (orgánica, sin aparentes factores desencadenantes) ni reactiva (como respuesta a un incidente)". Es decir, puede fundamentarse en razones objetivas o no, al igual que puede acontecer una predisposición genética, que se considera presente en un 30% de la población que tolera mal la frustración.
Esta frustración - explica el psiquiatra de la Clínica Quirón- no tiene por qué deberse a grandes traumas, puede corresponder a la acumulación de "pequeñas espinas" que irritan y molestan al paciente. Respecto a la importancia de esta depresión menor como enfermedad, Romeu considera que hay que evaluar el malestar que ocasiona en el paciente (insomnio, inseguridad...), en su rendimiento en el trabajo y en su convivencia. Además, las personas con distimia pueden padecer de episodios depresivos severos en algún momento de su vida, por ello algunos autores la consideran una "predepresión".
El origen de la distimia es multifactorial; en ella entran en juego factores genéticos, bioquímicos y psicosociales que, además, interactúan entre ellos. Así lo entiende el doctor Carlos Martín Pérez, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria del Centro de Salud Marquesado de Granada, autor de un estudio epidemiológico sobre esta enfermedad.
Algunos autores apuntan que el número de mujeres que sufren de depresión grave y distimia es el doble que el de los hombres. El estudio del doctor Martín Pérez no halló una diferencia estadísticamente significativa entre hombres y mujeres. La única asociación independiente detectada en su investigación fue la "presencia de un apoyo social bajo, el haber sufrido un acontecimiento vital estresante grave y tener una autopercepción mala de la propia salud".
A pesar de su capacidad perturbadora, la distimia no presenta normalmente síntomas psicomotores. Deriva de una situación de estrés continuado y se da en personas extremadamente autoexigentes, para las cuales cualquier situación se convierte en estresante, o en individuos sometidos a tensiones constantes.
Abordar el problema
El doctor Martín Pérez ha llevado a cabo recientemente un estudio de prevalencia de trastornos mentales en la comarca del Marquesado (Granada) en el que se concluye que un 4% de la población sufre distimia, lo que representa el 10% de todas las patologías mentales detectadas y la mitad de los trastornos afectivos. Los datos apuntan que éste es el trastorno mental aislado más frecuente.
La distimia se engloba dentro de las depresiones y éstas tienen una prevalencia estimada del 30% de las consultas de Atención Primaria, aunque su detección y tratamiento sólo alcance el 15% de ellas."El médico de familia es la puerta de entrada al sistema sanitario, al menos en Andalucía", confirma desde su experiencia Martín Pérez. Informes de la OMS llegan más lejos: sólo el 10% de estos pacientes llega a las consultas psiquiátricas especializadas, es decir, que el 90% son tratados por médicos generales.
Quienes padecen distimia no consideran su estado de ánimo como algo patológico; culpan a circunstancias desfavorables, al trabajo o a sus relaciones de pareja de su irritabilidad y, por ello no acostumbran a consultar su problema. Esta es la explicación, según el doctor Romeu, de que algunos pacientes sean "unos amargados" toda su vida y la causa de que desde su clasificación la distimia se haya asociado a problemas de personalidad. Pero otros distímicos sí llegan a las consultas.
Para el médico de familia, tal y como describe el doctor Martín Pérez, el seguimiento del paciente distímico no está exento de dificultades, debido fundamentalmente a su cronicidad y a la presencia en muchas ocasiones de rasgos de personalidad y factores psicosociales alterados. "Los pacientes se muestran muchas veces malhumorados, pesimistas en relación a la evolución de la enfermedad, y con una autoestima baja". Cuando estos rasgos se asocian a malos resultados terapéuticos (generalmente apreciados subjetivamente por parte del enfermo y como parte de las cavilaciones y sentimientos de desesperanza que le acosan) pueden generar en el médico cansancio y rechazo. El médico de familia debe ser consciente de ello y evitar la inhibición en el tratamiento de estos enfermos, añade.
Gran probabilidad de mejora
Las personas con este trastorno pueden ser tratadas mediante psicoterapia, "es lo más deseable" dice el psicólogo López de la Llave. Con todo, el doctor Marín Pérez opina que "no todos los enfermos tienen la capacidad de introspección necesaria". Para este facultativo, "con un tratamiento correcto de base, 3 de cada 4 pacientes presentan mejoría significativa y los antidepresivos hoy constituyen un arsenal terapéutico de primer orden, con muy pocos efectos secundarios". También el doctor Romeu quiere recalcar que el empleo de los antidepresivos modernos, lo que él llama "tratamiento biológico", soluciona el problema en más de un 70% de los casos.
El psiquiatra explica que orgánicamente el fallo en los mecanismos de regulación del estado de ánimo se debe a un déficit de uno de los neurotransmisores cerebrales, la serotonina. Los trastornos relacionados con el déficit de serotonina (la anorexia, la depresión o las fobias, entre otros) pueden afectar al 30% de las personas. La distimia sería el más frecuente de ellos, es menos grave, pero su particularidad de perpetuarse en el tiempo la convierte en muy molesta.
La psicoterapia enseña a los pacientes a afrontar un problema que "no necesariamente ha de ser tratado con fármacos". Ésta es la opinión de alguien como López de la Llave que se apoya en las terapias cognitivas (basadas en la percepción de los eventos) y de control de los estímulos para ayudar a los pacientes "a salir del bache". Como complemento, este profesor de Psicología de la UNED, propone "casi cualquier actividad de ocio que resulte placentera para la persona afectada, porque ello influirá favorablemente en su estado de ánimo".
El ejercicio físico ocupa un lugar muy importante dentro de las actividades recomendadas por López de la Llave, siempre que resulte agradable para la persona en cuestión. "La práctica física genera autoconfianza y tiene efectos de mejora biológica (musculación, adelgazamiento, flexibilidad, fuerza, resistencia, capacidad respiratoria...) que también son positivos. Además, genera endorfinas, hormonas que nos hacen sentir bien, aunque para notar su efecto es preciso hacer ejercicio continuado durante al menos 3 meses y unas tres veces por semana".
Juan Romeu no duda de la capacidad generadora de la serotonina y las endorfinas del deporte. Sin embargo, confía plenamente en los tratamientos farmacológicos y cree que para sustituirlos serían necesarias 6 u 8 horas diarias de ejercicio. A su juicio, para curar la distimia se precisan al menos 18 meses, cuantos más años y episodios tiene el paciente, más tiempo se requiere para su mejora. "Lo más aconsejable es la combinación de psicoterapia y medicamentos", concluye este experto."

lunes, 22 de diciembre de 2008

No me va a tocar la lotería.

Aquí estoy, pasando la mañana viendo u oyendo, mejor dicho, el sorteo de lotería de Navidad. Este sorteo que a mi seguro que no me va a tocar. No me va a tocar más que nada porque no he comprado. Bueno, miento, compré un boleto de la mítica Doña Manolita de Madrid un día que estabamos por allí Manés y yo. De todos modos, como no confío en estas cosas, sé que mi número no va a salir, ¡qué le vamos a hacer si ya voy predispuesta a que no me toque!
En cierta ocasión leí que la suerte no se tiene sino que está ahí para cualquiera y hay que buscarla; buscar la suerte o hacer algo para tener suerte, para mi es trabajo; ¿vaya manera de tener suerte es esa? Pues yo creo que no, creo que hay gente en el mundo que tiene suerte y hay otra que simplemente no la tiene. Si no tienes suerte lo único que te queda es trabajar, cuesta bastante más conseguir las cosas y muchas veces no da los frutos que cabría esperar, pero es lo que hay.

martes, 16 de diciembre de 2008

Postal.


Pese a que me resistía a ello, me ha tocado poner el árbol de Navidad y el Belén. Hemos tardado mucho, pero la insistencia de Víctor casi nos ha obligado. Bueno, no comento nada, únicamente pongo mi postal de este año, para quien le haga ilusión.

viernes, 12 de diciembre de 2008

De nuevo Navidad.

A pocos días de Navidad siempre me ocurre lo mismo. El bajón que me pega es terrible. No sé si me pongo de mal humor porque no me gusta nada, o por el contrario, como me encuentro tan mal no tengo más remedio que aborrecer la Navidad. Es más, me sienta hasta mal que nadie a mi lado esté feliz porque lleguen estas fechas, por eso, prefiero no salir de casa. Al final esto no es más que el pez que se muerde la cola, pero no lo puedo remediar. Bueno, este año lo estoy llevando mejor que cualquier otro porque en casa nadie tiene espíritu navideño. Hasta Víctor pasa de poner adornos y pedir nada a los Reyes Magos, él también se está haciendo mayor.
Para ser sincera, Navidad me hacía ilusión cuando estaba ocupada. Eran unas magníficas vacaciones en mitad del frío y duro invierno en las que podía cargar las pilas, ahora que todos los días son martes, no sirven ni para romper con la rutina. Pues muchas gracias.
Mi navifobia no es nueva ni tiene su origen en la tristeza de sentir que falta mucha gente, ni en la añoranza de la infancia (estos sentimientos pueden sobrevenir cualquier día del año), creo que nace del estrés que genera en todos y cada uno de nosotros, y en esa exigencia de estar en armonía con todo el mundo. Pues no, ya veré yo cuándo las circunstancias requieren poner la cara de fiesta y hacer oídos sordos y ojos ciegos... pero ahora no.
Sin embargo hay dos cosas que me gustan de estas fechas, pero porque me gustan todo el año. Una es las luces de colores, si bien algunas son horribles y diseñadas con muy poco gusto, hay que reconocer que mejoran notablemente el ambiente. Además es adecuado que no estén siempre colocadas para que no ocurra lo mismo que con la armonía de las esferas. Cualquier sitio observado desde la oscuridad de la noche, iluminado oportunamente, es otro lugar mucho más impresionante si cabe. Y la otra cosa que me agrada son los regalos. Me encanta regalar y no sólo en estas fechas. Los que están cerca de mí son testigo de que no necesito ningún motivo para hacer un regalo, para lo cual no hay que gastarse grandes cantidades, a veces nada, sólo hay que esforzarse un poquito y saber escoger. Me ilusiona ver abrir un regalo.
En fin, aunque parece que estas Navidades van a ser distintas, presiento que al final serán como las de todos los años, mucha pandereta, mucho turrón y muchas ganas de mudarme de planeta.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Nevando.

En estos días de frío, mucho frío y algo de nieve, me acuerdo de lo bien que lo pasabamos cuando eramos pequeños. Era lo mejor que podía pasar en todo el triste y aburrido invierno. Nos pasabamos el día viendo nevar, pero no desde la ventana de casa, sino desde la calle empapándonos de lo lindo. En cuanto veíamos caer un copo estabamos preparados para hacernos un trineo ¿pero qué eran esos trastos en los que nos montabamos? Nos hemos tirado por todas las cuestas del pueblo, y si nos las pisaban mucho ibamos a por agua para que durase el hielo. Creo que nos hemos tirado con sacos, con bolsas, con ruedas de neumático, con las chaquetas, incluso con un carrito de bebé que usaron Manés y Vero. La historia del carrito es genial. Recuerdo que por entonces comíamos Manés, Juanjo, Vero, Juan Luís y yo en casa de la abuela Perpe. Subimos al desván y encontramos nuestro gran trineo. Lo primero era sacarlo de la casa sin ser vistos. Difícil porque la abuela estaba al acecho, no nos quitaba un ojo de encima, normal con lo pieza que eramos... Bueno, el caso es que lo sacamos de allí. Entonces le quitamos las ruedas y conseguimos dejalo sólo con la base. Eran unos hierros imposibles en los que había que tratar de poner un freno. ¡Cómo era ese freno! una tabla enganchada con un alambrito, que se supone que al tirar raspaba el suelo, pero que no frenaba nada. El freno sólo servía para que el carri-neo diera una vueltas de campana impresionantes. Nos duró media tarde, o menos. Pero fue genial. Obviando las míticas guerras de bolas, que yo nunca logré compactar lo suficiente, el mejor fin de semana que recuerdo es uno en el que eramos un montonazo de gente haciendo competición de sacos en la cuesta del Ayuntamiento. En cada saco ibamos unos cuantos, el último empujaba y se tiraba a la brava sobre los demás. Aquellos sacos eran imposibles de manejar. Se torcían, dabán vueltas, no avanzaban...en fín un desastre. En una de estas carreras, justo en la que mejor ibamos el saco empezó a girar y yo que iba la última me partí la rabadilla contra un bordillo de la calle. ¡Qué dolor! Pero que risas. Me parece que el moratón me duró todo un mes, y la rabadilla ahí sigue, rota, pero como la de un 80% de la población, porque parece ser que es un hueso que se rompe muy fácilmente.

Ahora que ya no nieva como antes y que todo el mundo está deseando irse a esquiar, a mi no me apetece nada más que recordar mis inviernos de cuando eramos pequeños. Es que me gustan hasta los estilismos que nos ponían para que no nos mojáramos y no pasáramos frío. Mucho mejores que los impermeables, los térmicos, el gore-tex y todo lo que van inventando. Tampoco es eso de que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero ese sí fue muy bueno...lo único malo es que nos faltaba Víctor.

Para que quede constancia de ello nada mejor que esta foto.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Reconciliándome con la humanidad.

Este viernes por fin sentí que las cosas empezaban a volver a su sitio. La verdad es que no ocurrió nada especial, pero dentro de mi sentí que el tiempo no había pasado y que todo estaba donde lo habíamos dejado hace un tiempo, antes de todo este rollo de malos entendidos y movidas raras. Si bien es cierto que he notado que las posiciones de cada uno están más claras que nunca, para mi, todo seguía igual que siempre. Necesitaba que esto ocurriera, sólo ha sido un paso, una sensación, pero tengo el pálpito de que poco a poco esta espiral volverá a girar en su sentido.
Por tanto, reconfortada y reconciliándome con la humanidad.

jueves, 27 de noviembre de 2008

Sobre aquello que opinan los demás.

Esto no es más que un desahogo. Un desahogo por lo que hay que leer y oir. Desde luego no estoy en contra de los foros ni de que cada uno vierta libremente sus opiniones, pero lo que ya no me parece tan bien es que se escuden en el anonimato para permitirse decir muchas cosas que de otra forma no se atreverían. ¿Cobardía? que juzge cada uno...
El caso es que aquí todo el mundo opina y critica sobre cómo se hacen las cosas, sobre qué se debe hacer, sobre quién lo hace y a cambio de qué, y claro, siempre desde la barrera y sin mover un sólo dedo. Desde fuera se ven las cosas de otra manera e importa menos si las relaciones sociales entre los vecinos que vivimos aquí todo el año son tensas o no. Es muy duro que en un pueblo tan pequeño en el que todos nos conocemos perfectamente (digo más, en el que casi todos somos familia más o menos cercana) se haya llegado a la situación de no poder estar agusto en el bar porque unos no se hablan con otros, en realidad por nada. Yo entiendo que cada uno tiene sus prioridades y que en función de ellas configura su forma de vida. Respeto a quien no quiere implicarse directamente, también sus opiniones y críticas, de hecho considero que son muy necesarias, pero por lo que no paso es por las mentiras y las calumnias. No digo que sólo se pueda hablar en los plenos, cada uno que hable donde pueda o donde quiera, todos hacemos los mismo, yo la primera. Sería bueno informarse antes de hablar, y esto lo digo porque creo que soy accesible y escucho a todo el mundo, y a mi nadie me ha preguntado ni ha hablado conmigo de nada para decir por ahí cosas que yo no he dicho, o inventar supuestas opiniones mías.
Estoy literalmente harta de recibir por todos los lados. Por el lado de los defensores de los unos y por el lado de los defensores de los otros, que la verdad me cuesta mucho saber quiénes son, porque aquí se mezcla todo sin más, se mete todo en el mismo saco y se acabó. Desde que llegué al ayuntamiento, con la única pretensión de hacer cosas por mi pueblo, he tenido que oir de todo y aguantar más de lo que muchos se imaginan y no sólo yo, sino toda mi familia, que me pregunto qué tendrán que ver con lo que yo hago o dejo de hacer (por suerte mi casa no es una tiranía donde impera el pensamiento único, es más, me siento orgullosísima de que aquí cada cual tenga su opinión propia y la defienda como debe ser: hablando) ¿Cuánto nos queda para tener una sociedad plenamente madura? No me sorprenden estos comentarios, estaba preparada para lo que iba a venir. Cuando uno accede a ocupar estos cargos sabe que se expone a estar en boca de todos, es lo que hay. También entiendo que se malentiendan muchas de las actuaciones que uno hace, porque en realidad es cierto que no basta con tener intención de hacer las cosas bien, sino que además hay que hacerlas. Este fue mi propósito desde el principio, hacer cuanto pudiera para que nuestro pueblo sea mejor, con independencia de todo y de todos. Creo que he criticado lo que no me ha parecido bien y aplaudido lo que he considerado adecuado, venga de quien venga. Nunca tuve la intención de que nadie me agradeciera nada ni recibir nada a cambio de lo que yo pudiera hacer, simplemente sentía que podía hacer algo, ya que estoy aquí, y pensé que era mejor que no hacer nada. Ahora pienso muchas veces: ¡qué bien si me hubiera quedado en casa, la de disgustos y decepciones que me hubiera ahorrado!, pero bueno ya está y no voy a volver atrás porque no me arrepiento de nada, si acaso de no haberme podido presentar a las elecciones municipales de otra manera, y sé bien lo que digo, porque creo que eso es algo que arrastraré durante mucho tiempo, no soy tonta...
En fin, larga vida a la democracia... a la gente que no es demócrata y se dedica únicamente a hacer daño o por lo menos lo intenta, ni le respondo.

martes, 25 de noviembre de 2008

Pensando en canciones.

Recuerdo que cada vez que me enfrento a un nuevo alumno siempre le pregunto en qué piensa, no en qué cosas piensa, sino cómo son sus pensamientos: si piensa en palabras o en imágenes. La mayoría de ellos nunca se lo había planteado, y por la edad que tienen y por su vocabulario y ortografía, casi estoy segura que sólo piensan en imágenes.

Bueno, todo esto viene a que como cada tarde que me planteo qué hacer con mi vida, lo que me viene a la cabeza es una canción. Es curioso, todo está dicho en las canciones. Mi canción de hoy es una ¿versión? de una canción de Sabina: Yo quiero ser una chica...del Renacimiento. Eso es lo que quiero ser. Alguien que pueda hacer muchas cosas muy distintas y todas muy creativas. Quiero ser como Leonardo da Vinci, eso sí con la hipoteca y la luz pagada,aunque está difícil en los tiempos que corren. No más que vivir de la filosofía, pero eso es otro tema que no voy a abordar hoy, tal vez tenga que ver con eso de los nacidos para sufrir...

El caso es que un día de estos tendría que decidirme a recopilar la banda sonora de mi vida. Sé que le pasa a la mayoría de los mortales que de vez en cuando encontramos canciones que están escritas para nosotros. Cuántas veces habremos dicho: eso me ha pasado a mi, así me siento yo, o incluso por qué no me pasa esto a mi... Pensando, pensando, me doy cuenta de que es una ardua tarea porque hay muchísimas canciones que han sido importantes para mi a lo largo de estos 28 años y pico (no quiero ni pensar cuántas tendré cuando tenga 50). Con Sabina lo tengo fácil, hay muy pocas que no me convenzan, todas las demás voy a tomarme la licencia de pensar que están escritas y cantadas para mi. Qué morro tengo, esto es megalomanía en estado puro. Pero no me quedo sólo con Sabina, también tengo en mi memoria algunas de Antonio Vega, de Calamaro y de los Rodriguez, de Serrat, de Mikel Erentxun y Duncan Dhu, de Ana Belén, de Eric Clapton, de Miguel Bosé, de Bon Jovi, de U2, de Aerosmith, de los Héroes del Silencio, de A-ha, y un sin fin de ellos. Una mezcla ecléctica, como la vida misma. Una canción distinta para cada momento, para cada instante de la vida.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Nacidos para...

Mientras echo la tarde una canción me viene a la cabeza, bueno, y también muchas otras cosas. La canción en cuestión, por supuesto de mi admiradísimo Sabi, creo recordar que se llama Nacidos para perder. No considero que haya nacido para perder ni mucho menos. Tampoco creo que haya nacido para ganar nada, sólo para vivir, sufriendo, eso sí. Muchas veces pienso que sí, que soy de esas personas que por lo que sea me ha tocado vivir sufriendo. Seguramente magnifico todo demasiado, hago mundos de granos de arena, pero qué le voy a hacer. En ciertos momentos de mi vida he pensado que sufrir no es más que una señal de que estamos vivos y sentimos, y ese mismo sufrimiento nos hace disfrutar mucho más y más intensamente de los momentos buenos. Ahora ya no sé qué pensar, no sé si merece la pena tanto sufrimiento y tanta tristeza, tanto estar mal continuamente, tanto estar enfadada con...todo. Lo peor de todo es que me estoy acostumbrando de tal manera que casi no me duele nada; ya no me duele la soledad, ni la indiferencia, ni el desagradecimiento, ni el pasotismo, ni los malos modos, ni los insultos, ni nada de nada. Me molestan y mucho, pero estoy aprendiendo a vivir con ello. Me imagino que como todas las cosas en la vida, esto pasará, las aguas volverán a su cauce; costará recobrar la normalidad, y seguramente algún poso quede ahí para siempre, pero todo seguirá igual. Tal vez soy un poco ingenua y nada de esto vaya a suceder, pero bueno, quiero ser optimista y pensar que sí.
En fin, mejores tiempos vendrán, que han de venir y de esto me reiré, me olvidaré, ... y por supuesto volveré a sufrir.

martes, 18 de noviembre de 2008

Mi microcosmos.

Me encantan los mandalas. En este en concreto veo un núcleo del que salen numerosas ramificaciones, todas con un nexo común, pero tan independientes unas de otras que casi se repelen. La suerte, algunos pensarán que su desgracia, es que todas están envueltas por un aura común que las obliga a estar siempre juntas, que las condena a entenderse, o cuanto menos a soportarse.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Por no hablar.

Hace bastantes días que no escribo nada, la verdad es que no he parado mucho... y tampoco tenía demasiadas ganas. No voy ni a redactar ni a exponer nada, únicamente voy a poner algunas de las ideas, sensaciones, sentimientos que se me pasan por la cabeza. Puede parecer un ejercicio Dadaísta o Surrealista (no lo creo, tampoco es mi intención), también pueden parecer desordenados, (desde luego para mi están perfectamente ordenados y tienen mucho, muchísimo sentido en mi cabeza).
Allá van:
Aburrimiento, apatía, enfrentamiento, desazón, rabia, ira, pereza, enfado, malestar, impotencia, guerra fría, falsedad, desorden, caos, egoísmo, manipulación, falta de intención, ensañamiento, imbécil, desagradecidos, tontería, ataque de dignidad, suficiencia, pasotismo, mareo, ganas de huir, abandono, tedio, incomodidad, tensión, segregación, indiferencia, mala leche, iros a la porra, harta, astiada, disimulo, menuda mierda, no puedo más, cómo hemos llegado a esto, en fin, lo que hay que aguantar, encabronamiento, dolor, jobar, por qué, manía, sectarios, infantiles, interesados, madre mía, llorar, puño sobre la mesa, morderse la lengua, sacar todo de quicio, adiós, ahogo, encima, ja, soledad, tristeza, defraudada, decepcionada, cansada, muy cansada.
Prefiero mil veces una contienda declarada que una guerra encubierta.
Espero no tardar mucho en poner los antónimos correspondientes...que ilusa, si aquí nadie quiere hacer nada, cuesta muchísimo mover un dedo y a los demás que les den.

viernes, 7 de noviembre de 2008

A la orilla de la chimenea.

Para un día lluvioso como el de hoy, que mejor que una de esas canciones que uno escucharía hasta la saciedad tapadito con una manta en el sofá:

A la orilla de la chimenea
Puedo ponerme cursi y decir
que tus labios me saben igual que los labios
que beso en mis sueños
Puedo ponerme triste y decir
que me basta con ser tu enemigo, tu todo
tu esclavo, tu fiebre, tu dueño.
Y si quieres también
puedo ser tu estación y tu tren,
tu mal y tu bien,
tu pan y tu vino
tu pecado, tu Dios, tu asesino...
O tal vez esa sombra
que se tumba a tu lado en la alfombra
a la orilla de la chimenea
a esperar que suba la marea.

Puedo ponerme humilde y decir
que no soy el mejor,
que me falta valor para atarte en mi cama.
Puedo ponerme digno y decir
-"Toma mi dirección cuando te hartes de amores
baratos, de un rato... me llamas".-
Y si quieres también,
puedo ser tu trapecio y tu red,
tu adios y tu "ven",
tu manta y tu frío,
tu resaca, tu Lunes, tu hastío...
O tal vez ese viento
que te arranca del aburrimiento
y te deja abrazada a una duda
en mitad de la calle y desnuda.

Y si quieres también
puedo ser tu abogado y tu juez,
tu miedo y tu fe,
tu noche y tu día.
Tu rencor, tu por qué, tu agonía.
O tal vez esa sombra
que se tumba a tu lado en la alfombra
a la orilla de la chimenea
a esperar que suba la marea.
Gracias por este regalo.

martes, 4 de noviembre de 2008

Angustia...

Llegó la hora de ponerse en serio a profundizar sobre el tema de la tesina. Bueno, de momento he recuperado una breve memoria, que más bien es una introducción.
"Angustia es ese estado afectivo de tensión que aparece ante un peligro indeterminado, es la actitud del sujeto dominado por un constante temor a algo impreciso. Puede diferenciarse entre el sujeto de la angustia y el objeto que angustia.
El eje central es dilucidar qué es lo que pasa en el sujeto para considerar peligroso, angustioso, un objeto por impreciso que éste sea. Los filósofos existencialistas han abordado el tema desde diversos puntos de vista. Para Kierkegaard angustia es ante la posibilidad. Posibilidad de un riesgo que todavía no se precisa respecto de qué cosa es, qué consecuencias puede tener. Angustia surge como relación con un objeto, impreciso, indeterminado, pero objeto al fin; esto es connotativo de la impotencia del sujeto frente al objeto.
El psicoanálisis también ha tratado ampliamente el tema. Para Freud, aquello ante lo cual nos sentimos poderosos, seguros cuanto menos, no puede provocarnos ningún tipo de angustia. Angustia es para Freud un estado del Yo. El carácter finalista de la angustia estriba en advertir al sujeto de la existencia del riesgo, y la necesidad de apartarse del objeto que lo suscita. Angustia es también defensa.
Agonía es sin embargo la actitud del sujeto, generalizada, presa de la angustia de modo permanente; de un sujeto que teme cualquier cosa, no se sabe qué, y por lo tanto está siempre en posición de defensa. Es por tanto la agonía una angustia actitudinal, es angustia ante la relación interpersonal y crisis del “self” por descubrimiento de su identidad real.
La angustia en el sujeto es proyectada en el cuerpo, al modo de un proceso morboso que ocurre en él y finalmente termina somatizándose. Ocurre un desplazamiento desde el plano del sujeto, quien no desea tener motivo para la angustia, al plano físico, somático. El sujeto prefiere ser enfermo corporal a ser enfermo psicológico. En la sociedad del siglo XX y XXI, prima el deseo de bienestar mental al del bienestar físico, por la creciente esperanza en los avances de la medicina a nivel físico más que psiquiátrico. Este argumento puede parecer contradictorio al observar que cada vez son más los individuos que hacen uso de las diversas terapias que la psicología oferta para terminar con este estado de angustia.
La angustia ante una situación es angustia ante una relación sujeto-objeto. Esto quiere decir que importa principalmente analizar la relación de esta conducta, calificada de neurótica, para lo cual no sólo interesa saber quién se angustia, sino también qué es lo que angustia, en definitiva, por qué y para qué se expresa la angustia. El rasgo fundamental de la personalidad neurótica es la inseguridad. En sociedades como las del momento presente esta inseguridad es debida a innumerables causas y factores sociales que emergen continuamente.
Angustia constituye el paradigma de la neurosis actual. El síntoma fundamental es la angustia como tal, sin elaboración. El sujeto angustiado experimenta un temor vago, impreciso ante posibilidades de diverso riesgo que afecta a su integridad total. Una forma muy frecuente de angustia se manifiesta en forma de crisis. El individuo se siente sobrecogido, algo puede ocurrirle, incluso lo más terrorífico; no obstante el objeto de la angustia es algo impreciso. Durante la crisis, no se pierde el sentido de la realidad, pero ésta aparece distorsionada, centrada únicamente sobre sí mismo, esto ocurre justamente porque es él el que se encuentra en riesgo, no sabe de qué. La angustia es un estado emocional intenso en las crisis, y mucho menos en el resto de situaciones. Es interesante precisar qué es lo que hace que una situación de angustia desemboque en una crisis. Cuáles son las circunstancias que le llevan a un individuo a sufrir una crisis de angustia. Las causas de los estados de angustia han sido buscadas antes de Freud en perturbaciones fisiológicas. Freud englobó estos estados de angustia producidos por una o varias causas fisiológicas con el nombre de angustia objetiva, para diferenciarla de la angustia neurótica, la cual tiene causas psicológicas, que frecuentemente permanecen ocultas a la persona angustiada.
Ante qué se angustia un neurótico, cuál es el objeto de la angustia. Desde Kierkegaard, se ha repetido constantemente que el sujeto se angustia ante la posibilidad. Elegir no es fácil, y mucho menos cuando la oferta es cada vez más abundante, como ocurre hoy en día. La angustia surge ante la disyuntiva, ante algo posible o de posibles consecuencias. Posibilidad quiere significar varios, es decir, cualquier cosa en un momento dado, que momentos después puede ser cualquier otra. Pero posible es también lo que no es sino que puede ser, por tanto, lo que es solamente objeto imaginario, e imaginario como temible y de consecuencias también imaginarias, diversas, por eso mismo temibles. El objeto de la angustia es por lo tanto un objeto fantástico, imaginario.
Como toda situación crítica de este tipo, que puede denominarse existencial, lo que está en juego es la existencia y la significación que ésta posee y ha poseído para el sujeto. El objeto que causa la angustia, impreciso, adquiere en cada uno determinadas referencias. Lo más común es que el sujeto haga un análisis precipitado y la mayoría de las veces parcial de lo que ha sido su existencia hasta entonces, precisamente por esa sensación de miedo que experimenta ante la posibilidad de fin o aniquilación de su cuerpo o de su vida psíquica.
Para Kierkegaard la angustia es la atalaya de la vida humana, porque desde ella el sujeto se veía obligado a la reflexión sobre sí, sobre su vida y sobre la vida en general. Tras la crisis de angustia los objetos aparecen desvalorizados frente a la situación experimentada, lo banal que hasta ese momento ocupaba su todo su interés deja paso a lo que es ahora lo fundamental.
Esta reflexión enlaza con la función de la angustia, que quedó establecida desde los estudios de Freud como mecanismo de defensa. La angustia es la defensa del “self”. Gracias a ella el sujeto puede preservar su identidad total o parcial, evitando la relación con el objeto que le suscita la angustia, huye de él; objeto en el sentido más amplio del término, esto es, también él mismo, por generador de situaciones que pueden complicar o incluso malograr su identidad.
La función de la crisis de angustia es la de alarma respecto del “self” total, por eso es angustia ante la muerte como terminación de la vida, o es angustia ante la posibilidad de la pérdida de su “self” global, de su identidad como sujeto, la angustia ante la experiencia de la insignificancia de sí mismo. Es preciso hacer hincapié en que muchas crisis se originan ante la posibilidad de no estar a la altura de las circunstancias, de no responder a las expectativas que ante sí o ante los demás el sujeto considera que le son requeridas. Generalmente en la crisis de angustia tiene lugar una brusca regresión del sujeto en todos los planos de su configuración como tal, por eso es habitual que se adopten comportamientos que se asemejan a los miedos infantiles.
La expresión de la angustia tiene como finalidad la obtención de la protección que para uno mismo se desea. Ejemplo de esto se aprecia claramente en sociedades que padecen una situación de angustia generalizada, se pretende que las instituciones o estamentos superiores aseguren la máxima protección a cada uno de los individuos. El miedo juega una baza muy importante en la configuración político-social de las comunidades a lo largo de la historia, y más en la del momento actual. Es primordial hacer una reflexión sobre cómo se utiliza esta situación para dominar a los sujetos que forman parte de la sociedad.
Angustia es una defensa frente a un peligro que se estima exterior o interior. Incluso cuando el peligro es vivido como externo, el riesgo es del sujeto y consecuentemente se interioriza. Además de la angustia y de aquello que angustia, el sujeto tiene que defenderse con el objetivo de no volver a experimentarla. La conducta del neurótico de la angustia puede diferenciarse en dos planos: angustia como conducta de defensa ante el objeto de peligro, y conducta de defensa ante la angustia misma. Este último aspecto del problema es básico, puesto que deja ver lo que se considera el “beneficio secundario”, es decir, lo que el sujeto inconscientemente pretende con la ostentación de su angustia. La angustia manifiesta ante otros es una conducta y como tal relacional. Qué persigue el neurótico con su angustia, o mejor dicho, qué espera conseguir con la conducta angustiosa. En última instancia, es un reclamo de atención en busca de protección. A pesar de esto, angustia no es simulación, no es una pose fingida. La angustia es realmente experimentada por el sujeto, por ella, regresa a niveles en los que por desvalimiento se presenta vulnerable como un niño. Este modo de actuación del neurótico de la angustia pretende en definitiva, el mantenimiento de una relación interpersonal. La búsqueda de este beneficio de le presenta como una necesidad ante la impotencia de que es consciente.
La angustia también puede dar lugar a una situación de apatía e inmovilismo, es la conducta de evitación, que consiste en la limitación de la actividad con el propósito de evitar el objeto que se teme, es la defensa ante la angustia. Esta posición es ciertamente peligrosa puesto que el sujeto puede ser fácilmente dominado por el “protector” de los peligros que acechan a los sujetos.
La angustia en definitiva conlleva una huída, en función del sujeto que la experimente la huída dará lugar a unas situaciones u otras. En sociedades como las de los presentes siglos el sujeto angustiado posee multitud de mecanismos para asegurar su propia integridad. Lo fundamental es hacer un análisis de cómo se manifiestan en sociedad los mencionados sujetos y qué repercusión tiene esta circunstancia a nivel político y social. ¿Qué es lo que hace que cada vez más personas se muestren angustiadas en un mundo que avanza vertiginosamente en todas las direcciones? ¿Por qué la angustia paraliza a buena parte de los individuos mientras que otros se muestran mucho más activos y combatientes? ¿Cuánto deben las artes como el cine, la pintura, la literatura, etc., y los medios de comunicación de masas a la angustia?
Para llevar a cabo este análisis es fundamental hacer un recorrido por las teorías de los filósofos que más profundamente han abordado el tema como Kierkegaard, Heidegger, Sastre, (en definitiva, los existencialistas), el Psicoanálisis de Freud, y los estudios más destacados de psicología y psiquiatría, sobre todo social".

viernes, 24 de octubre de 2008

No vuelva usted mañana, quédese hoy.

Un consejo para todo aquel que tenga que enfrentarse a un trámite administrativo: muchas, muchas, muchísimas dosis de paciencia. Bueno, poco a poco parece que vamos solucionando el tema de los "papeles" del solar de la casa de mi hermana, eso sí, después de dejarnos un poco de nuestra vida en el camino. Esto lo digo en serio, hacer papeles con la administración supone un terrible agotamiento físico y mental, es una puesta a prueba de nuestra paciencia.
Hay muchas cosas que no entiendo. En primer lugar no entinedo porque la burocracia no se adapta a la situación real: hasta hace relativamente poco tiempo nadie tenía nada registrado en un pueblo. No existen documentos oficiales de casi nada. Lo normal, por otro lado, ya que poco importaba la burocracia hasta finales del siglo XX en España, lo que importaba es haber pagado algo para saber que es tuyo. Ahora no. Ahora hay que buscar hasta el último papel que justifique que eso es tuyo. Da igual que tu bisabuelo lleve 100 años muerto y que él ni siquiera supiera leer ni escribir (cosa que no es el caso, pero sí les hay). Como no aparece ningún papel (¡cómo van a aparecer si no existen!) pues hay que hacer unos nuevos que regularicen todo. En esto estoy de acuerdo, pero sigo sin entender por qué el proceso es tan enrevesado. Agota la paciencia de cualquiera tener que ir 20 veces a firmar a un notario al que le importa un pito tu papel. También hablar 2 millones de veces con su secretaria, que para colmo parece que le falta algo, y como a ella le falta algo, pues por narices a ti te va a faltar siempre algún papel (porque a ella se le olvida dártelo, claro) Para aclarar esto, en la situación concreta de ayer, la secretaria de la secretaria del notario (tela) no hizo una copia simple de nuestro expediente, lo cual me supuso un trastorno importante. Quiero pensar que no hizo la copia en cuestión porque no leyó en concidiciones el expediente, aunque también puede ser porque sea una inepta y no sepa que un documento que tiene que liquidar impuesto requiere copia simple. Copia que por cierto sí me habían incluído en la factura. Prefiero no pensarlo. Para colmo hay que estar escuchando como una imbécil sentada en una mesa de oficina (que no sé que labor desempeña, ni me importa) quiere hacer una broma sobre su trabajo y su profesionalidad. Menudo insulto a la inteligencia de los demás, es para pegarle un corte y dejarle en evidencia por idiota, que se aguante y que ya le va en el sueldo... En fin, que si no te armas de paciencia y te empeñas en quedarte allí hasta que te resuelvan todo aquello por lo que vas a pagar (que parece que a veces se les olvida que pagamos, y se nos tendría que olvidar) te marchas a casa como estabas, confiando en que el próximo día que vuelvas ya estará todo arreglado cuando es mentira.
Por eso mi consejo es: no se marche, eche toda la mañana (ya se sabe que nuestro tiempo no cuesta nada, nuestro tiempo se puede perder por que a ellos les de la gana) quédese allí hasta que le hagan lo que ha pedido, pero llévese su papel porque si lo deja allí confiando en que mañana estará, se estarán volviendo a reir de usted. Hay que ir con armas porque la verdad es mucho lo que hay que aguantar y te marean hasta la saciedad, más si eres novato en la materia; normal, he estudiado otra cosa, si no lo haría yo misma. No sé si la culpa es de que son incompetentes o de que falta personal, me da igual, lo que quiero es que esto funcione como debe funcionar.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Bajo presión.

Por casualidad escucho la presentación de un libro que trata sobre la educación de los hijos en una sociedad como la nuestra. El autor es Carl Honoré, y su libro es "Bajo presión". Admito que nunca había oído hablar de este autor, con lo cual desconozco su formación, pero desde luego parece del ámbito de la psicología o psicopedagogía, (si bien la información que he encontrado sobre él es más bien escasa). El caso es que me ha encantado cómo ha planteado la problemática sociedad-educación-padres-hijos. Me han entrado unas ganas locas de hacerme con el libro y leerlo, que me da la impresión que será de lectura fácil. Ya comentaré qué me ha parecido, espero que no me decepcione. Mientras me hago con el libro, iré leyendo lo que cuenta en la entrevista digital de "El mundo". Me reafirmo en la defensa de la educación en el ámbito rural, mucho menos competitivo, más humano, y más solidario. La formación como personas es tan importante como los conocimientos académicos. Cuando digo formación, me refiero a la constitución o configuración como persona, con valores interiorizados y asumidos, no meramente aprendidos, teóricos. Es tan simple como darse cuenta de que uno sabe conducir cuando coduce, no cuando sabe cómo hacerlo. Queda pendiente, por tanto, mi reseña sobre el citado libro.

lunes, 20 de octubre de 2008

¡Qué pereza de gente!

Situación: una tarde cualquiera aburrida sin hacer nada , ¿viendo? la tele. Si la tarde empieza aburrida, termina siendo depresiva. Es terrible lo que nos cuentan, desde luego parece "El caso". Todo son tragedias de esas que hacen plantearse si uno quiere seguir viviendo en este planeta. Uno llega a dudar de la razón humana. Vale, la razón decimonónica ha pasado a la historia, pero tal vez debieramos recuperarla aunque sólo sea un poco. Da la sensación de que estamos completamente imiscuidos en eso que coloquialmente se llama sociedad del aquí, ahora y todo, y cuando algo se nos escapa no somos capaces de frenar, respirar, reflexionar, controlar, y luego, finalmente actuar. Aquí directamente se actúa y luego, si eso, se piensa. Pero claro, no pasa nada, después se piden disculpas de esas que salen del corazón y punto. Yo no quería pero... Culpa de ésto, yo lo tengo claro: la educación, mejor dicho, la mala o pésima educación que tenemos. Pero bueno, otro día comentaré lo que opino del sistema educativo...aquí hay mucha tela que cortar.
Pues nada, que aunque la tele lo intente, yo voy a seguir creyendo en la buena voluntad e intenciones del ser humano; aunque seguro que mañana vuelvo a dudar.

La reina de los proscritos. (Victoria Francés)


domingo, 19 de octubre de 2008

Los Heraldos Negros.

No voy a empezar este blog con ninguno de mis pensamientos. Hoy simplemente quiero dejar aquí un gran poema del inmenso César Vallejo:
Hay golpes en la vida, tan fuertes
...Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como
si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se emponzara en el alma...Yo no sé!
Son pocos; pero son...Abren zanjas
oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros
atilas;
o los heraldos negros que nos manda
la muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos
del alma,
de alguna fe adorable que el destino
blasfema.
Esos golpes sangrientos son las
crepitaciones
de algún pan que en la puerta del
horno se nos quema.
Y el hombre...Pobre...pobre! Vuelve los ojos
como
cuando por sobre el hombro nos llama
una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa,
en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan
fuertes...Yo no sé.
Impresionante. Dejo para otro día todo la sarta de pensamientos desordenados que me sugieren "Los heraldos negros"; creo que va a ser lo mejor.