martes, 19 de febrero de 2013

"Formulario de quejas y reclamaciones".

No tengo nada.
Nada de nada.
Me despojé de la ropa,
las señas, los retratos.
Hasta de la misma entrega
estrenada, enreciada
en mil vientos (o eso parecía),
me la has devuelto sin tocar.

Tanto esfuerzo, tantos días
luchando por agradarte
y ahora...
¿Sabes? Me fié de ti y los tuyos
hasta las últimas consecuencias...

¿Que lo hice mal? Ya lo sé.
Puede salvarme la intención, 
pero ¿y a ti?

No dejo de pensar que podría
haber sido de otra manera...
Tú más claro, yo menos cabezota.

Intuyo que para construir
un futuro, he de aceptar mi pasado.
Y no puedo.
Mi vida es demasiado corta,
y la experiencia aún más.
Tengo la odiosa sensación
de haber malgastado la vida en
algo que no lo merecía.

¡Ojalá pudiera invertir
emociones y pensamientos!
Claro que se necesita tiempo y fuego
para forjar de nuevo (quizá en este caso
haga falta frío que temple lo vivido).

No sé, el caso es que estoy hecha un lío.
Que no había pensado en un final alternativo
y me quedé atrapada en el entremés del guión
inicial y ahora soy un personaje 
a medio hacer, con más dudas que acciones,
atrapado entre palabras a medio pronunciar:
sin saber ya si sueño.


Fuente: Pero esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.

viernes, 15 de febrero de 2013

33

Cumplir un miércoles de ceniza la edad de Cristo podría decirse que es una cruz. Jajaja.
Ains, he tenido un cumpleaños genial, muy feliz. Lleno de regalos, de felicitaciones, de buenos momentos y muchos amigos. Bueno, aunque no han llegado los preciosos botines azules que yo quería... ha llegado un regalo de mis padres en forma de coche. Estrené coche a los 23 y también a los 33, ¿qué me depararán los 43?
¡Ay, qué me encanta el día de mi cumpleaños!

miércoles, 6 de febrero de 2013

"Castillo de Cristal"

Leo por casualidad este comentario a un artículo del blog de Eduard Punset: "LA SOLEDAD, ESA GRAN CATÁSTROFE HUMANA" y descubro que no puede venirme mejor. Necesito mi propio castillo de cristal, quiero mi castillo, mi refugio; si es que no lo tengo ya...

"Yo, hace tiempo me construí un Castillo de Cristal. Para defenderme de las grandes piaras de frías bazofias humanas.

Esa fortaleza era como el hospital de mi mente. Lo comencé a construir mientras atravesaba la adolescencia, lo mantuve durante la juventud, y como comprobé que fue el centro de mi salvación, lo he mantenido siempre en pie, y dispuesto a utilizarlo. Construirlo fue una decisión de auténtica necesidad. En él busqué y encontré mi independencia y mi emancipación del rebaño y me predispuse a buscar la perfección más allá del momento y la realidad actual.
El porqué del nombre tiene una sencilla explicación: lo de “Castillo” es el símbolo de una defensa infranqueable y lo de “cristal”, porque es el único elemento que tiene una forma pre-establecida en su propia composición química. Su estructura atómica es ordenada y periódica en las tres dimensiones del espacio. Podrá o no cristalizar en su forma (según los casos), pero nunca tomará otra forma que la propia. Al verlo sabemos lo que es. Es inconfundible. Por eso, de igual manera que el cristal en una solución saturada provoca nuevas cristalizaciones semejantes a si mismo, creando así formas de su propio sistema geométrico, yo, quería encontrar (de forma análoga al cristal), el clima propicio para convertirme en núcleo de energías positivas. Proyectando sobre el medio mis características propias, para poder salir reforzado en mis virtudes, reconocer mejor mis defectos, y evitar ser como tantos tipos que carecen de línea propia y que van orgullosos por la vida luciendo su domesticidad y que por las prebendas echan el cerrojo a su dignidad y castran los nobles y dignos sentimientos de los demás; amoldando su corazón a los prejuicios y su inteligencia (si la tienen), a la rutina.
Me negaba a pertenecer a esa calaña de gente compuesta por frías bazofias humanas, que van por la vida cuidando su “sombra” e ignorando a la “persona”, no siendo capaces nunca de individualizarse, y que ignoran el placer de exclamar “¡soy yo”!, e incapaces de servir a una causa justa, a una fe o a una pasión.
Así que, acudía a mi “Castillo de Cristal” cuando me faltaba la autoestima, cuando me sentía solo ante la multitud, cuando estaba falto de moral, cuando necesitaba ahogar determinadas melancolías, cuando era injustamente tratado y malinterpretado y cuando la mediocridad trataba de engullirme. También me refugiaba en él para huir de servilismo, del abellacamiento y para sentirme libre ante los convencionalismos que los demás pretendían y querían imponerme. Dentro de él convertía mis fracasos en valiosa y útil experiencia y fundamentaba mis ansias de perfección en ella (la experiencia) y el conocimiento. Y me refugiaba en fin…, cuando me sentía vacío y tenía auténticas ganas de llorar, cuando me robaban mis ilusiones, y ¡como no!, cuando tenía que hacer un examen de mi conciencia por las malas acciones (conscientes o inconscientes) que pudiera haber ocasionado a los demás, o por las buenas acciones que (consciente o inconscientemente) no hice pudiendo haberlas hecho. Así, pues, en mi “Castillo de Cristal” es en donde me regeneraba, me autoanalizaba y reflexionaba sobre mis defectos y mis virtudes. No era muy frecuente que recurriese a él, porque resistía bien los golpes y poseía personalidad y un carácter recio y tenaz. Pero a veces los golpes eran tan duros, violentos y continuados que al final caía irremisiblemente. El tiempo de permanencia en él, dependía (lógicamente), del grado de crisis por la que atravesaba y del momento y la forma en que esa crisis se producía. De ahí que, en muchas ocasiones, cuando estaba saliendo de mi “castillo”, algunas malas conciencias que estaban al acecho me asestaban otro golpe y… otra vez “pa’dentro”."

Probaré a encerrarme un ratito en mi castilllo.

martes, 5 de febrero de 2013

Auto...yo.



Sabía que ocurriría, ya estaba tardando... pero estaba claro que iba a ocurrir. El voilà, dysthimye!
Hoy que sólo puedo tener un nudo en la garganta, que se me empañan los ojos cada dos por tres, que me cuesta sonreír, que todo son dudas e incertidumbre, y pensamientos enmarañados y caminos sin salida y sentimientos confusos y lágrimas... 
hoy que todo es cansancio y malestar y apatía y miedo; 
hoy que tengo el estómago encogido, que me gustaría ser valiente, que me quema algo por dentro; 
hoy que necesito huir, que tengo que encontrar la solución, que necesito que ésto pase... 
Hoy que soy frágil, necesito no analizarme más, necesito reconocerme por los otros; en palabras de Elias Canetti:" Creo que me gustaría oírme alguna vez como si fuera un extraño, sin conocerme, y sólo después enterarme que era yo"... como no puedo hacer esto, voy a intentar un ejercicio arriesgado, duro (porque leeré cosas que no me van a gustar) pero, al mismo tiempo, enriquecedor (porque descubriré muchas otras de mí misma).
El ejercicio en cuestión consiste en pedir a mis amigos y conocidos que describan, que me definan con un solo adjetivo, a lo sumo dos... aquél que primero les venga en mente, el que mejor me identifique, el que cada uno sienta; para bien o para mal... Es una forma de autoconocerme.

Mientras tanto, Mandalas y ejercicio físico.