¡Qué cada día de 2015 sea una nueva oportunidad! Ese es ni más ni menos el mensaje que se me ha ocurrido para la felicitación de este año. Eso deben ser los días oportunidades nuevas para lo que sea: para reír, para ser feliz, para atreverse, para estar activo, para no dejar que la vida pase, sino que la vida nos pase, que nos ocurran cosas de las que aprender, que nos pasen cosas para bien o para mal. No voy a hacer repaso de 2014 porque no ha sido ni más ni menos que un año en el que ha habido cosas buenas, cosas regulares y cosas más regulares; vamos, lo normal en la vida. Afortunadamente me despido de este año con dos cosillas reseñables: una cierta estabilidad laboral (a la que tengo que acostumbrarme porque dista mucho de lo que me llena, pero eso merece capítulo aparte) y haberme quitado de encima una carga que me estaba desgastando terriblemente y estaba acabando conmigo, ha sido una gran liberación, sí señor.