martes, 28 de abril de 2009

Inmensamente feliz.

Hoy ha sido un buen día.
Lo cierto es que no puedo acumular más cansancio, pero estoy tan contenta que da igual, así se puede con todo.
Es buen día porque desde ayer, por fin, tenemos en nuestras manos el fin de obra de esa casa interminable en la que en breve, supongo, vivirá mi hermana. Hoy mismo nos han firmado el certificado de primera ocupación, vaya, de habitabilidad. Feliz de verdad, satisfecha, plena, entusiasmada; sobre todo porque creía que este día no llegaba nunca. Bueno, esto todavía no ha terminado, aún queda lidiar con los bancos, con el notario, con el registro, y no sé con quién más, pero da igual, ya tocará...
Por fin este abril me está trayendo cosas buenas. Menos mal que el tiempo va arreglando las cosillas. Ya he tenido una primera conversación que puede que desemboque en buen puerto. Es un paso, pero parece que las cartas están, ahora sí, sobre la mesa. Es la primera de muchas que han de producirse para reparar este entuerto y este mal rollo que ha envuelto este invierno y tantos dolores de cabeza nos ha dado a todos. Bueno, el resto de charlas las pospondré hasta que esté mi Auro. Ella es parte fundamental, es mi alter-ego. No sé si algún día podré agradecerle todo lo que me ha ayudado y ha estado conmigo. Ella sí que ha sabido ser amiga incondicional, y yo, creo que lo he sido a mi manera, aunque tengo que aprender a demostrarlo más (vale, también lo han sido mis hermanos, aunque de ellos ya he hablado bastante, y por supuesto Cristina, que la he tenido siempre, en la distancia, pero ahí, a pesar de todo). Seguiré contando cómo evoluciona esto...
Este fin de semana ha ocurrido algo más, pero no quiero avanzar nada porque no sé todavía lo que es, y tampoco sé si va a ser algo algún día. En mi foro interno, siento que he dado un paso en positivo, siento que de una vez por todas me estoy dando una oportunidad.
Un día tan intenso bien merece un descanso. Mañana será otro día, duro por la agenda tan apretada que tengo, pero tan bueno como el de hoy, espero.

martes, 21 de abril de 2009

Castro...me da la vida.

Seguramente lo haya dicho y escrito mil veces. Castro es de la cosas que más me gustan en el mundo. Ya comenté un día lo que opinaba sobre el sentimiento religioso y esas cosas del fervor...no hay que buscarle explicaciones, se siente y punto.



Pues bien, este año ya ha pasado Castro, y la verdad es que como casi siempre, he venido de allí renovada. Es de esos días (ciertamente hipócrita, por otro lado) que le sirven a uno para reconciliarse con la vida, que no con el ser humano; ese sigue siendo tan perro como siempre... Voy a dejar al margen lo místico, pero voy a defender lo espiritual. Pero me refiero a lo espiritual del tipo que sea, religioso, tradicional, humano, etc. a eso que purifica el alma. Si bien Castro, como cualquier romería, es fundamentalmente físico. Es caminar y esforzarse por llegar, es sacrificio (tan marginado en la vida cotidiana), es felicidad. Es tradición arraigada y, cómo no, contradicción. ¡Viva Castro!



Por no repetirme más y para quien pueda interesarle, simplemente voy a adjuntar el trabajo de campo que presenté en la "Cátedra de estudios de la tradición", hace ya algunos años, aunque las fotos con las que ilustro la entrada son recientes. (Por cierto, la redacción es mía no de "Diario de Burgos" que se limitó a publicarlo sin editar nada, y sin citar la fuente, dicho sea de paso):



ROMERÍA A LA ERMITA DE NUESTRA SEÑORA VIRGEN DE CASTRO.

Todos los años el tercer domingo de abril, (el cuarto si coincide con el domingo de Resurrección), se celebra en Caleruega la Romería a la ermita de la Virgen de Castro, situada en el llamado Alto de Castro en las ruinas romanas de Clunia, en Peñalba de Castro.

Esta es una de las tradiciones más arraigadas en la localidad, tanto es así que cada año la afluencia de “romeros” es más numerosa. Seguramente ahora atraiga más lo familiar y festivo que tiene este día que lo meramente religioso. Es este el único día en el que todo el pueblo se reune en el mismo lugar a pasar todo el día, tanto los que viven en el pueblo como los que están fuera, y cada año vuelven a Castro en busca de sus raíces.


- La Romería paso a paso.
La procesión comienza a las 9 de la mañana, aunque varias horas antes las campanas de la Iglesia de San Sebastián repican a fiesta. Es aquí donde esperan los ciriales, la cruz, el guión y Santo Domingo: “el Santito”, a que los casados del año anterior les saquen para comenzar el camino. “El Santito” es sin duda la figura más importante del día. Este Santo Domingo, del S.XVII, solamente sale a la calle este día, hasta entonces permanece en el Real Monasterio de las Madres Dominicas; cuya Iglesia presidía hasta que fue sustituido por uno de un tamaño mayor. Este “Santito” está situado en unas andas ligeras para poder llevarlo con mayor comodidad, a las cuales se ha añadido un toldo a modo de dosel para evitar que la lluvia, que en ocasiones ha sido abundante, moje la talla. La razón de que sean los recién casados los encargados de sacar al santo de las distintas Iglesias que se visitan es simplemente para llevar un orden, puesto que son muchos quienes desean llevar al santo.
La primera parada en el camino es a la salida del pueblo, frente al cementerio, (al que se accede por un camino paralelo). Aquí se reza un responso y se pide por todos los difuntos. La siguiente parada, una de las más especiales, se realiza en la “Piedra de Castro”. Es aquí donde el alcalde proclama un discurso a todos los vecinos del pueblo, y visitantes que nos acompañan en este día. Se produce la despedida entre los que van a la Romería y los pocos que se quedan en el pueblo. Esta piedra fue colocada en este lugar, (aprovechando una pequeña loma que sitúa al alcalde a la vista de todos) en los años 40 cuando se retiró del salón del Ayuntamiento donde servía de pedestal para el músico que tocaba los días de fiesta.
Se parte desde “la Piedra” hasta el pueblo de Araúzo de Torre. La mayoría de la gente va andando, sólo unos pocos adultos, y sobre todo niños van en los remolques o en coches particulares, en los que se lleva la comida. Un tramo importante del trayecto discurre por el “Camino empedrado”. Este “Camino empedrado” es el resto de una antigua calzada romana que partía de Clunia y pasaba por Caleruega, Valdeande, Pinilla,… hasta Melgar donde se bifurcaba hacia Cantabria. Otra buena parte del camino se hace por el monte que separa los términos municipales de Caleruega y Araúzo de Torre.
La llegada a Araúzo de Torre, que dista de Caleruega por el camino 9 kilómetros, se produce más o menos a las 10 de la mañana. Antes de entrar en el pueblo propiamente dicho se para un instante en la ermita de la Virgen de los Remedios, a la que se rodea con el “Santito” como saludo. De ahí se parte hacia la plaza de esta localidad donde espera el Ayuntamiento y el cura, y se chocan las insignias. Ya en procesión, todos juntos suben a la Iglesia de San Pedro Regalado, donde se reza una oración del Corpus. Por el cansancio de la caminata y la alegría del momento, se ha convertido en algo típico el almuerzo de aguardiente, moscatel y bizcochos antes de proseguir el camino. Desde la iglesia, por la senda que desemboca de nuevo en el “Camino empedrado”, se emprende de nuevo la marcha hacia el “Alto de Castro”, al cual se accede por la llamada “Senda del Santo” por la ladera de la montaña. Una vez arriba, dentro de lo que es el recinto de las ruinas de Clunia, son las mujeres de Peñalba de Castro las que reciben al “Santito” y lo conducen hasta la ermita de la Virgen de Castro por un camino situado encima de lo que seguramente fuese el cardo máximo de la ciudad romana de Clunia Sulpicia.(m.1)
Hasta la hora de la misa mayor, presidida por los alcaldes de Caleruega y Peñalba, (a quien previamente se le ha pedido permiso para hacer la Romería con una vela por parte de los mayordomos de la Cofradía de Santo Domingo), se almuerza en la explanada que se sitúa junto a las excavaciones de las termas “Los arcos”, (hasta hace 2 años la gente se situaba junto a la ermita, en lo que era el Foro romano). (m.2)
Después de la misa dedicada a la Virgen de Castro y Santo Domingo, se come en la explanada como si fuese un día de campo, donde no falta el dulce típico de este día: leche frita. (Desde hace unos 35 años los Quintos se encargan de amenizar la sobremesa con dianas y pastas a cambio de alguna limosna que ayudará a pagar la fiesta de los Quintos los días 17 y 18 de agosto, día de la Beata Juana de Aza, madre de Santo Domingo).
A las 5 de la tarde en la misma ermita se reza el Rosario y se canta la despedida a la Virgen. De aquí, por la senda se parte de nuevo en procesión hacia Araúzo de Torre. Antes de llegar a Torre, en “Los arroyotes”, (lugar donde se juntaban los viandantes y quienes van en vehículos), se comienza a rezar el Rosario hasta la Iglesia de San Pedro Regalado en Torre. Ya en la iglesia se reza un responso por los difuntos, y después se merienda en el pueblo junto a familias con las que después de tanto tiempo se ha entablado amistad.
A las 8 se sale hacia la ermita de la Virgen de los Remedios, ya en el “Camino empedrado”, donde se canta una Salve a la Virgen, pero esta vez dentro. En la calle se despiden con otro choque de insignias y comienza el camino de vuelta a casa.
Otra vez en la “Piedra de Castro” se para para ir a la plaza de la Cooperativa en procesión. Allí se encuentra la Virgen del Rosario, portada por las mayordomas de la Cofradía de la Veracruz. El encuentro y el saludo es otro de los momentos más intensos de la Romería. Ya todos juntos se dirigen hacia la Iglesia de las Madres Dominicas. Por último se canta la Salve, el Himno a Santo Domingo y se despide hasta el próximo año.

Esta es sin duda la tradición más bonita de nuestro pueblo. La tradición de ir andando a Castro no es demasiado antigua, pues hasta hace relativamente poco lo habitual es que la gente fuera en los burros o machos, que engalanaban para este día. Quien iba andando era con el fin de pedir algo especial a Santo Domingo o para darle las gracias por algún favor. La devoción que la gente de Caleruega tiene hacia su santo, Santo Domingo, se hace aquí mucho más patente que cualquier otro de los días de su fiesta, (7, 8 y 9 de agosto).

Es este un rito que ha perdurado a lo largo de numerosas generaciones que sigue cumpliendo su función tanto social como simbólica. Castro para todos significa algo especial y además nos hace ser parte de un todo, nos identifica como paisanos de Caleruega.





-Sobre el origen de la Romería.
El origen de esta tradición es desconocido. Lo que se ha transmitido hasta nuestros días es que Santo Domingo, junto a su familia, iba a este lugar a rezar a la Virgen de Castro por la gran devoción que le tenían.
Es probable que Santo Domingo y su familia fueran en alguna ocasión a este lugar a orar, pero lo más seguro es que Santo Domingo llegase aquí a través de la Calzada Romana que unía Caleruega con Clunia, y llegaba entre otros lugares a Osma, lugar en el que Santo Domingo estuvo un tiempo antes de partir hacia Francia.

Tal y como hoy conocemos la Romería tenemos constancia escrita de ella a partir del Siglo XVII, como rogativa a la ermita de la Virgen de Castro. En esta época la Romería ya estaba bien organizada, de ello se conservan documentos en el archivo de las Madres Dominicas. (En el “Libro de Penas y castigos de la villa de Caleruega”, de 1724 se habla de las sanciones impuestas a los peregrinos de Castro por desobedecer el ritual
[1]). Es probable que la Romería se hiciera desde mucho antes, pero sin ningún tipo de ritual establecido. Hay noticias de peregrinaciones a este lugar a finales de 1600, con el fin de pedir favores para el campo por medio de Santo Domingo; como recogen Fray Antonio Peláez[2], y también P. Venancio Diego Carro[3].
Además de estos pocos datos, lo más probable es que los pastores que trashumaban a Extremadura pararan en esta ermita, que queda en el camino que une Castilla con Extremadura por medio de antiguas Calzadas Romanas. De hecho desde Clunia sale una calzada que enlaza con la calzada que une Caesaraugusta (Zaragoza) con Emerita Augusta (Mérida).El hecho de ir posteriormente a pedir rogativas a la Virgen de Castro tendría mucho que ver con este fenómeno de la trashumancia. Seguramente las familias acompañasen al pastor en su camino hasta este lugar, se encomendaran a la Virgen para tener un buen destino, y aquí se despidiesen hasta la vuelta.


-Sobre el lugar de Romería.
La Romería de Castro o “el Santito”, parte de Caleruega hasta el llamado “Alto de Castro”, situado sobre las ruinas de la ciudad romana de Clunia Sulpicia
[4]. En este lugar se erige una ermita dedicada a la Virgen de Castro. Si es difícil precisar los orígenes de la Romería, más difícil es dar con los orígenes de esta edificación. Pero lo cierto es que son numerosas las ermitas que, ya en época medieval, se edificaron junto a las calzadas romanas.
La ermita de Nuestra Señora de Castro se ubica sobre lo que era el macellum de la antigua ciudad de Clunia, aunque hasta principios de los 90, se había considerado que estaba asentada sobre los restos de una basílica romana. (Ignacio Calvo así lo describe en sus investigaciones sobre este lugar:
“Al mediodía y poniente del Foro se ven restos de edificios, que no he podido identificar, por haber sido demolidos hasta el ras las piedras nativas; en cambio en la parte norte he podido comprobar el emplazamiento de una basílica que ocupaba gran extensión, y sobre la parte de la cual estuvo, a mi entender, construida la primitiva ermita de Nuestra Señora de Castro, o sea en lo que después fue hospedería y residencia veraniega de los frailes Jerónimos de Espeja.
El ala derecha de la entrada del edificio, que constituye hoy la ermita, tiene aún buena parte de sus muros pertenecientes a la antigua basílica romana, y estos muros debieron ser también del primitivo santuario de la Virgen, que sustituiría como tal, por lo menos hasta el siglo XVI o época posterior en que el espacio de terreno se dedicó a la hospedería, corriendo hacia el oriente el lugar destinado a la iglesia que se hizo de nueva planta con la misma amplitud que hoy tiene. [...]”

La ermita de Nuestra Señora de Castro es una pequeña edificación de estilo románico asentada sobre muros de las antiguas construcciones romanas. Las noticias más fiables atestiguan que la ciudad de Clunia comenzó a ser abandonada a partir del siglo III, pero se han encontrado también piezas de estilo visigodo del siglo VII. Esto hace pensar que la ermita pudiera ser el resultado de una lenta trasformación de templos primitivos construidos entre los siglos IV y VIII, puesto que no quedan restos de posibles edificaciones paleocristianas o visigodas. La ciudad fue tomada por los árabes bajo el mando de Tarif y seguramente quedó desolada hasta el 912, año en que el conde de Castilla Gonzalo Fernández la recupera y vuelve a poblar. En los años 920 y 994 la ciudad vuelve a ser tomada por los árabes, y es entonces cuando se destruye todo, sobre todo las iglesias y templos cristianos. Hasta el año 1009, ya con Sancho García, nieto de Fernán González, como Conde de Castilla, no se vuelven a tener noticias de la ciudad de Clunia. De todos modos el nombre de Clunia resurge con más fuerza en el año 1088 cuando se delimitan por el Concilio Oxomenis de Husillos los obispados de Burgos y Osma. Aunque la ciudad de Clunia quedase abandonada, y se asentara en lo que hoy es Coruña del Conde, la ermita con su hospedería permaneció en este lugar, donde Santo Domingo debió estar, por lo menos en las ocasiones en las que fuera a Osma, de cuya catedral fue Canónigo Regular desde el año 1190. No se sabe a ciencia cierta si la ermita sufrió en periodos posteriores algún abandono que la dejara casi destruida, lo que sí es cierto es que en el siglo XVI un Canónigo vinculado a Peñaranda de Duero restauró la ermita y la imagen de la Virgen, adquiriendo además para sí los derechos de la ermita, (según el P. Flórez en “España Sagrada”).

Hoy en día la ermita está bastante deteriorada, pero sigue en pie, a pesar de los deseos que hay de hundirla para seguir con las excavaciones de la ciudad romana, gracias a la devoción que se tiene hacia la Virgen de Castro. En el año 1989 se derribó lo que era la residencia y hospedería, dejando únicamente lo que es la ermita, que es donde se sigue rindiendo culto a la Virgen.

La ermita es una pequeña edificación de estilo románico, muy sencilla. En la fachada principal tiene tres arcos de medio punto, que sirven de soportal. En el interior lo primero que se percibe es el retablo de la Virgen de Castro, con su camarín. Este retablo barroco fue donado por un fraile de los Jerónimos de Espeja en el año 1718. En el centro está la imagen de la Virgen. Esta Virgen, (copia del original que se conserva en la iglesia de Peñalba de Castro), es una talla del siglo XII. La peculiaridad de esta Virgen es que el niño está de pie sobre su rodilla, en lugar de estar sentado.
En los laterales de la ermita, fuera del ábside, se sitúan dos retablos también barrocos, dedicados respectivamente a Santa Paula y San Jerónimo, patrones de los ermitaños. Una pequeña estatua de Santo Domingo se coloca en un pedestal a la izquierda del altar mayor. Tanto en la misma ermita como en la sacristía se observan cuadros dedicados a la Virgen por haber prestado su amparo en situaciones peligrosas o difíciles. La mayoría de ellos son de finales del siglo XVIII.
Seguramente fuera en este siglo, el XVIII, cuando la ermita se restaurara y el culto en ella fuera más habitual.


- Sobre el camino.
El camino por el que se hace la Romería es una antigua calzada romana. Esta calzada unía Clunia por el Valle del Arlanza con Segisamo y Pallantia. Seguramente sea la vía más importante de las muchas que partían de la capital de los arevácos. La calzada romana que enlaza Clunia con Caleruega, partiría por lo que hoy es una senda que va desde la ermita de Nuestra Señora de Castro hasta el camino de Santo Domingo, (que se encuentra atravesando los términos de Fuente Buena y la Muela). Este camino conduce hasta Caleruega y aún se conserva buena parte del camino original en buen estado (hasta 6 metros de anchura en algunos tramos y 0.95 metros de altura, formados por una capa de piedra gruesa y dos de piedra y grava).
Más adelante cruza Araúzo de Torre por el mismo pueblo y después de faldear el castro cruza el río Aranzuelo muy próximo a la ermita de la Virgen de los Remedios. El último tramo hasta Caleruega, asciende por la cuesta Pelaya a los altos que separan los valles de los ríos Aranzuelo y Bañuelos, y atraviesa la Quiñonera antes de llegar al pueblo.
Ya en Caleruega, el camino cruza el río Bañuelos, y continúa hacia Valdeande (atravesado hoy en día por las carreteras de Caleruega- Hontoria de Valdearados y Caleruega-Baños de Valdearados). Antes de llegar a Valdeande el "camino empedrado" se encuentra con el "camino de las carretas", que pudiera ser una vía romana que uniera Clunia con Ruada, (Roa). Desde Valdeande el camino sigue hasta Santa María de Mercadillo, donde atraviesa el Esgueva, y sigue por su margen derecha hasta Pinilla-Trasmonte. El camino sigue desde aquí hasta Cilleruelo de Arriba llegando finalmente hasta Solarana. Es posible que desde aquí partiera otro camino que siguiera hacia el norte de la península por Tordómar, Villahoz, Mahamud, Pampliega.

-Bibliografía.
· III Jornadas de estudios medievales.
Caleruega, 1994.

.”Domingo de Guzmán. Historia documentada”
Carro, P. Venancio Diego.
(Madrid, 1973).

. “Cuna y abolengo de santo Domingo de Guzmán”
Peláez, Fr. Antonio G.
(Madrid, 1917)

.”España sagrada” o “teatro geographico-histórico de la Iglesia de España”.
Flórez, M.R.P. Mtro. Fr. Enrique-Risco.
volumenVII.
(Madrid, 1747, 48, 49)

. Clunia 0, Studia Varia Cluniensia.
Palol, Pedro de y otros.
Publicaciones de la Excma. Diputación Provincial de Burgos.
(Burgos, 1991).

. Clunia VIII. 1. Los grandes conjuntos públicos. El Foro colonial de Clunia.
Palol, Pedro de - Guitart, José.
Publicaciones de la Excma. Diputación Provincial de Burgos.
(Burgos, 2000).

· Comunicaciones de la época romana en la provincia de Burgos.
Abásolo Álvarez, José Antonio.
Publicaciones de la Excma. Diputación Provincial de Burgos.
(Burgos, 1975).

. Las vías romanas de Clunia.
Abásolo Álvarez, José Antonio.
Publicaciones de la Excma. Diputación Provincial de Burgos.
(Burgos, 1978).

. En Internet:
www.Yacimiento arqueológico Colonia Clunia Sulpicia.htm.
. En Internet:
www.CLUNIA.htm.



,-Notas.


[1] Documento manuscrito de “Libro de penas y castigos de la villa de Caleruega”, escribano público Carlos Pérez de Extremera, año 1724. (Archivo del Real Monasterio de las Madres Dominicas de Caleruega, legajo 25). Dictamina lo siguiente:

“Castigóse a Pedro Baldeande, Viexo, en seis reales, porque viniendo de Castro y mandándole el señor Regidor que se pusiese a su sitio, le respondió …”
“Castigóse a Vicente Manguán en cuatro reales porque habiendo venido de Castro y estando todos los señores Alcaldes sentados en la iglesia de abaxo, les dixo que a qué esperaban, si era sermón o plática”.
“Castigóse a Domingo Sanz, Mozo, porque viniendo de Castro de Nuestra Señora de los Remedios, hacia acá, le dixo el señor Procurador, Domingo Delgado, que se pusiese en su sitio y le respondió que no necesitaba que le gobernase, que cada uno fuera a gobernar a su casa, y después de esto, estando ya deshecha la procesión, la volvió a tramar…”
“Castigóse a Juan Xil en real y medio porque viniendo de dicha rogativa (de Castro) en el Rebollar, hacia acá, le mandó el señor Alcalde Pedro Ortega, que se pusiese en su sitio para componer la procesión para aplacar algunas pendencias y le respondió airado diciéndole que qué mandaba con la montera puesta.”


(Traducido y comentado por sor Carmen González, hermana archivera del Convento Real Monasterio de Santo Domingo de Caleruega).


[2] Fray Antonio G. Peláez, en “Cuna y Abolengo de Santo Domingo de Guzmán”, 1917; expone lo siguiente sobre la Romería, que es casi idéntica a la de hoy en día:

“Más perseverancia hay en guardar la costumbre, inmemorial también de la Romería de Castro, costumbre verdaderamente singular y típica de este pueblo. Es una ermita que dista dos leguas hacia la parte de Soria, situada en una elevación que después daremos a conocer, y a ella se va en procesión con la imagen de Santo Domingo la postrera dominica de abril, o bien l siguiente, si la Pascua de Resurrección lo impide. El origen de estos cultos nos es desconocido, y aunque se dan de él diferentes versiones, ninguna es aceptable.* El orden con que se procede es como sigue: A las siete de la mañana se convoca el pueblo con un volteo de campanas, y después de reunidos todos, se organiza la procesión como para una rogativa. En las afueras del pueblo, terminadas las letanías y antes que la procesión se disuelva, el alcalde, con la venia del preste, dirige la palabra al público para recomendarle sus deberes cívicos y cristianos en un acto tan solemne. Escuchada por el público la voz de la autoridad, cada cual, tomando su equipo y uniéndose a su grupo, emprende la marcha, cabalgando o a pie, sin detenerse, hasta la entrada de un pueblo que hay hacia la mitad del camino. ( Araúzo de Torre) Aquí se forma de nuevo la procesión, poniéndose en movimiento hacia la iglesia parroquial; pero antes de llegar, sale al encuentro, también procesionalmente, el párroco del pueblo, precedido de sus fieles, con las insignias parroquiales. Ambas procesiones se funden en una sola, que, en llegando a la iglesia, ora por los vivos y difuntos unos breves instantes; sale después y recorre un largo trecho, al cabo del cual se separan ambos pueblos y se disuelve, como al principio la procesión del pueblo expedicionario. Al llegar a la ermita, un inmenso gentío de muchos pueblos, que se agolpa a visitar al santito, obstruye las veredas que dan acceso al santuario, llenando por completo el campo que precede a la entrada. Sin perder un momento, pues la hora es avanzada, se da principio a la misa, que canta y aplica allí por su pueblo el señor cura de Caleruega: en ella predica un Padre Dominico que, con las impresiones recogidas durante el trayecto, tiene hecho el sermón. A las dos de la tarde, o cuando el alcalde ordene, se dispone el regreso. Hechas las debidas señales, se ordena nuevamente la procesión, y sin alejarse todavía muchos pasos de la ermita, se da la despedida a los pueblos. Dirige la palabra otra vez el Padre, quien, después de hacer votos por la prosperidad de los pueblos en todos los órdenes mediante la protección especial de Santo Domingo, su paisano, puede salir, si quiere, por los registros más gordos, diciendo, v. gr., que aunque él es una humilde persona, cree que en aquellos momentos ostenta la representación de su General y de su Provincial, los cuales se asocian de corazón, está seguro de ello, a tan simpática fiesta; así que, tomando por ellos la palabra, puede hacerles decir lo que bien le parezca, en la seguridad de que nada dirán que no venga muy al caso. Puesta la comitiva en marcha, y de vuelta ya en el pueblo del tránsito, se practica el mismo ceremonial que a la venida, además de la plática de despedida que debe pronunciar el predicador, al aire libre también. Al llegar al punto de partida, sobre el anochecer, se entra en el pueblo procesionalmente, y se da fin a la expedición con otra breve plática, en la que, si no ha habido incidentes desagradables que lamentar, se elogia la corrección del público y se le exhorta a proseguir en tan laudable costumbre. Y así sucede: tan guardadores son de estos ritos, que todo lo dicho se ha de cumplir, sin que falte un ápice. [...]

* Lo único aceptable es que esto empezó por ser una rogativa extraordinaria que se hacía cuando la sequía apretaba; y lo que empezó por extraordinario, concluyó por ser ordinario en el año litúrgico de Caleruega. Hacia fines del siglo XVII aun no era costumbre establecida esta peregrinación, aunque se efectuaba cuando el caso lo requería, sin atender a estación determinada del año. Así se desprende de la deposición del Prior de Aranda, Fr. Baltasar Quintana.( P. Baltasar Quintana estuvo en Caleruega en el año 1694)”


[3] P. Venancio Diego Carro en su obra “Domingo de Guzmán. Historia documentada.” Madrid 1973; hace referencia también a esta tradición y a lo que conoce de ella:

“A pocos kilómetros de Caleruega está Clunia, uno de los conventos jurídicos romanos de la Tarraconense. Hoy mismo conserva su anfiteatro romano, que nosotros mismos hemos contemplado más de una vez. En el mismo altozano está emplazada la ermita de la Virgen de Castro, visitada todos los años por los habitantes de Caleruega, en peregrinación masiva, después de la Pascua de Resurrección, llevando una pequeña imagen de Santo Domingo*.[…]

* El P. Peláez, (…) nos hace una descripción detallada de esta romería a la Virgen de Castro, emplazada en la antigua Clunia, a pocos metros del teatro romano, en un altozano. Nosotros participamos en ella de estudiante y, después, durante las obras. Es muy típica. No se sabe su origen. Debió empezar como rogativa, sin fecha fija, que aun no la tenía a fines del XVII, cuando escribe el P. Serafín, O.P., su “Vida de Santo Domingo”, cap. 5, con quien colaboró el P. Baltasar Quintana; Prior del convento de Santo Domingo de Aranda, enviándole noticias de Caleruega, Gumiel de Izán, etc. Ahora se hace siempre después de Pascua de Resurrección. Iba todo el pueblo en 1908-1909, quedando en Caleruega un grupo de mozos para guardarlo, a los que suministraban buen cordero… Para los que iban llevaba el Ayuntamiento una cuba de vino, de la que podían proveerse gratis los que quisieran en Castro. Se salía en procesión hasta las eras, rezando, con la imagen del santito, como dicen, que es una imagen pequeña de Santo Domingo. Allí, arenga del Alcalde para que haya orden, y luego se ponía en marcha todo el concurso, con los medios disponibles, mulas, carros, andando… Ahora, los más cómodos van en automóvil, dando algo de vuelta, por la carretera. Al llegar a Torre se organizaba la procesión y salían a recibirnos el párroco con sus feligreses. Cánticos, visita a la iglesia… y se proseguía hasta Castro. Ya en la ermita de la Virgen, misa solemne cantada, sermón… y la comida en grupos familiares, esparcidos por la explanada. Por la tarde, de nuevo a la ermita, despedida, arenga del Padre predicador, que habla tres o cuatro veces al día… y vuelta a Caleruega. Los vivas se repetían mil veces, cosa que les gusta a los de Caleruega, a la religión Católica, a Santo Domingo, a la Orden entera… ¡No faltaban los vivas a los colegiales!, que éramos los estudiantes aspirantes a Dominicos. Nos rifaban para llevarnos, para traernos, para invitarnos a comer con ellos, y cuidado con que algún extraño se metiese con un colegial de Caleruega; allí estaban los mozos, nuestros amigos de siempre, dispuestos a nuestra defensa. Todo terminaba en la iglesia de las monjas de Caleruega, con rezos, nueva arenga del padre y vivas.”


(Tanto el P. Peláez como el P. Carro hacen referencia al texto de P. Serafín Tomás, de finales de 1600, que menciona que cuando los habitantes de Caleruega tienen alguna necesidad acuden en Rogativas, porque han experimentado socorro en ellas.)


[4] La ciudad romana de Colonia Clunia Sulpicia se encuentra situada en una altiplanicie, denominada “Alto de Castro” a 1023 m de altitud, que domina gran parte de los territorios circundantes, en el sudeste de la provincia de Burgos, por su extensión de 130 hectáreas. Es por tanto una de las mayores ciudades del mundo romano hispánico. Esta altiplanicie se ubica entre las localidades de Peñalba de Castro, población pegada a su ladera Nordeste y Coruña del Conde, más alejada al Sudoeste. Por el Este y el Sur fluye el río Arandilla, que desemboca en el Duero. Como Capital de un Convento Jurídico que era, es lógico que fuera un centro radial de caminos en la época del Imperio. Clunia es un cónclave en la vía romana que unía Caesaraugusta con Asturica. Unos breves apuntes sobre la historia de la ciudad ayudarán a situarla mejor:

Antes de la llegada de los romanos a Hispania, esta zona estaba ocupada por los arévacos, pueblo celtibérico, y que tenía por vecinos, según el mapa de Ptolomeo, a los vacceos, pelendones y carpetanos. Todos estos pueblos opusieron una tenaz resistencia a la invasión romana. La Clunia celtibérica era una plaza fuerte donde se refugió Sertorio. En efecto, Tito Livio escribió sobre el asedio que puso Pompeyo en esta ciudad a Sertorio en el año 75 a.C., sin conseguir derrotarlo. Más tarde Dion Cassio hace mención de Clunia con ocación de la derrota de los vacceos por Quinto Metello Nepos, en el año 56 a.C.
Al contrario que en el sur de la península, aquí en la meseta, el proceso de romanización fue más lento, y el paso a la vida urbana de tipo romano, con todas sus consecuencias, se fue dando paulatinamente en la época republicana, y con más rapidez a finales del siglo I a.C. En el año 55, en pleno triunvirato romano, el legado de Pompeyo, Afranio, redujo definitivamente a la obediencia a los arévacos y a los vacceos, y a la ciudad de Clunia.
A partir de ahora Clunia será ciudad romana que tendrá el privilegio de acuñar moneda y será cabeza de uno de los conventos jurídicos de la Provincia Tarraconensis en la Hispania Citerior. Severo Sulpicio Galba, en tiempos de la revolución contra Nerón, la fortificó y se refugio en, ella, después de la. derrota de su compañero Vindex. Aquí, en Clunia, fue donde debió dar las aguilas a la Legio VII Gemina en el año 68 d.C., y, al enterarse de la muerte de Nerón, tomó el título Imperial trasladándose seguidamente a Roma para ocupar el trono.
Siendo ya emperador, Galba hizo una serie de acuñaciones monetarias, entre la que destaca la serie de sestercios, posiblemente de ceca española, en la que se ve una figura femenina ofreciendo el palladium a Galba, y con la leyenda “HISPANIA CLUNIA SUL(picia) en el reverso, y con el retrato del emperador con su correspondiente leyenda imperial, en el anverso.
Bajo la hegemonía romana Clunia fue una ciudad próspera y rica hasta el siglo III. Pudo albergar en su entorno unos 30.000 habitantes, que daban un gran dinamismo a la ciudad. Emigrantes clunienses encontramos en Tarraco y en varias ciudades de la Lusitania, lo que prueba la gran movilidad de su población. No hay que olvidar que Clunia se hallaba situada en la vía romana de Caesar-Augusta, importante vía de comunicación que se prolongaba hasta la imperial Tarraco, Todavía hoy se puede ver parte de esta calzada romana que se conserva, en las inmediaciones de las ruinas. Bajo la hegemonía romana Clunia fue una ciudad próspera y rica hasta el siglo III. Pudo albergar en su entorno unos 30.000 habitantes, que daban un gran dinamismo a la ciudad. Emigrantes clunienses encontramos en Tarraco y en varias ciudades de la Lusitania, lo que prueba la gran movilidad de su población. No hay que olvidar que Clunia se hallaba situada en la vía romana de Caesar-Augusta, importante vía de comunicación que se prolongaba hasta la imperial Tarraco, Todavía hoy se puede ver parte de esta calzada romana que se conserva, en las inmediaciones de las ruinas. A finales del siglo III Clunia sufrió ciertas destrucciones como consecuencia de las invasiones y la crisis militar. Pero todavía en el siglo IV y el V fue una ciudad próspera que confirman los hallazgos monetarios y cerámicos.
Hay muy pocos datos de la presencia de los visigodos, y las fuentes árabes hablan de su destrucción. En el siglo XI Clunia debió quedar abandonada y su mismo nombre pasa a Coruña del Conde, como se puede deducir del texto del Concilio Oxonensis de Husillos celebrado en 1088 y al que se hará también referencia en otro lugar. Es entonces, cuando renace Clunia en la actual Coruña del Conde. Desde tiempos medievales ha sido una buena cantera de piedra para las construcciones de los pueblos limítrofes, con lo que las ruinas se han, ido depredando lenta y progresivamente.

jueves, 16 de abril de 2009

Palabras para Julia.

Encontré por casualidad esta poesía en un libro para niños, desde luego es una magnífica lección para afrontar la vida:

Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.
Hija mía es mejor vivir
con la alegría de los hombres
que llorar ante el muro ciego.
Te sentirás acorralada
te sentirás perdida o sola
tal vez querrás no haber nacido.
Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto
que es un asunto desgraciado.
Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.
La vida es bella, ya verás como
a pesar de los pesares
tendrás amigos, tendrás amor.
Un hombre solo, una mujer
así tomados, de uno en uno
son como polvo, no son nada.
Pero yo cuando te hablo a ti
cuando te escribo estas palabras
pienso también en otra gente.
Tu destino está en los demás
tu futuro es tu propia vida
tu dignidad es la de todos.
Otros esperan que resistas
que les ayude tu alegría
tu canción entre sus canciones.
Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.
Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.
La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares
tendrás amor, tendrás amigos.
Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.
Perdóname no sé decirte
nada más pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.
Y siempre siempre
acuérdate de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.
José Agustín Goytisolo.

jueves, 9 de abril de 2009

Abril.

¡Ay! Por fin estamos en abril. No sé por qué pero siempre ha sido este un mes realmente especial en la historia de mi vida (quizá porque a mi también me lo robaron alguna vez). Creo que es el punto de partida hacia una recuperación anímica. Es cuando siento que empiezo a levantar cabeza, a la otra etapa de mi distimia. Soy como las plantas que echan flores y parece que vuelven a la vida. No tiene nada que ver con que las cosas cambien o no. Todo sigue igual, pero las cosas se ven de otra manera, es una nueva perspectiva. Es importante este posicionamiento, porque la actitud positiva facilita el resurgir. (Sí, ya lo he escrito más de una vez; la angustia genera angustia, y el estado pesimista al final invade toda nuestra existencia) ¡Vaya!, nunca había caído en que la distimia es el ciclo de vida del ave Fénix, que arde y resurge de sus propias cenizas.
Pues eso, que abril tiene algo que no tienen otros meses. Es el mes de la Semana Santa. Esa trágica fiesta religiosa en que Jesús muere y resucita a los tres días; mira, como el ave Fénix... No me gustan demasiado las grandes celebraciones religiosas, sobre todo porque veo bastante hipocresía en la exaltación que se hace del sentimiento cristiano. Ese exceso de fervor me parece muchas veces una simple puesta en escena, que no digo yo que todo el mundo lo haga sin pensar, pero... Lo dejo, porque acabaría cayendo en contradicción. A mi también me cuesta muchas veces entender qué me ocurre con el Día de Castro (también en abril, claro), por qué me despierta esa emoción tan intensa, tanto, que me causa auténtico dolor no poder vivirlo. Dejémoslo en que no se puede explicar, se siente y punto, y ya puede uno saber muchísimo de historia y ser el más racional del mundo.
En fin, que si me tuviera que gustar alguna gran fiesta religiosa (al margen de Castro), me gustaría la Semana Santa. Lo cierto es que me da miedo, me estremecen sus acordes, me asustan sus rostros; pero adoro su patetismo, su sentimiento de dolor plasmado en la imagineria, la belleza de las procesiones, la capacidad de sacrificio que llega a implicar. Pura angustia que produce arte y deviene felicidad.