Se me ocurrían un montón de títulos para esta entrada. Y es porque precisamente esa es la sensación que tengo cada vez que voy a ese sitio. Siento que no hay conversación, sólo hay una serie de directas indirectas, a las que trato de hacer oídos sordos. Actúo de esa manera porque no tengo ninguna gana de meterme en charcos. Las cosas son así y punto. Me ha costado mucho tiempo y esfuerzo ver ciertas cosas y tomar ciertas decisiones; y esta decisión es irreversible (aunque puede ser levemente modificable, no faltaba más).
No quiero intimidad, ni confianza, ni acercamiento, ni amistad estrecha, ni nada de nada con nadie que no sean las dos personas a las que he elegido. Por un lado está mi gente; por otro, mis amigos, y por otro, todos aquellos conocidos que están en mi entorno. Absolutamente con todos ellos estoy dispuesta a tomarme un café y dar un paseo; pero para de contar.
Mi teléfono sólo tiene memorizados dos números, que son a los que puedo llamar; al resto me les tendré que encontrar en la calle.
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