¡Qué buenísimos están los bombones!, sobre todo cuando tienes un cabreo como el que yo tengo ahora. Es que no tengo ganas más que de escribir un montón de tacos, palabrotas y expresiones mal sonantes.
Hasta los mismísimos estoy de recibir llamadas y correos electrónicos imponiendo qué hay que hacer. Por otro lado, eso mismo teníamos que hacer los demás y no preguntar ni sugerir nada; tomar una decisión, llevarla a cabo y los demás que arreen o no...
Lo que más me enferma es que ahora vamos de no sé qué, y de imprescindible y de que si no es por mí... cuando en realidad tres narices le importa... Sólo estamos a gusto si se hace lo que yo digo y como yo lo digo, lo que piensan y preparan los demás, pues no vale para nada y da igual. Para colmo no se tiene en cuenta ni lo que quiere ni lo que le gusta a la principal implicada...¡Qué paciencia Dios mío!
Pues porque mis principios me lo impiden, pero de buena gana mandaba todo a la mierda y pasaba de ir a ningún lado con nadie. Me iba de vacaciones sola por la vía rápida, hasta el día 16.
¡¡¡Asquerosa cobardía, maldita educación!!!
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