Hace días que vengo cavilando que por las cualidades de mi ser, mi existencia se hace tortuosa a más no poder. En definitiva hago mío el título de la obra de
Milan Kundera: "La insoportable levedad del ser"; porque así precisamente es como es mi ser. Es leve (
inconstante en el ánimo, o sea,
distímico) y por tanto se ha vuelto insoportable, para mí y para todos los que me rodean.
La soledad, el tedio, la apatía han devenido en desesperanza y depresión. En un círculo vicioso del que cada día cuesta más salir. Si alguien mirara algún día por un
agujerito la rutina en la que se ha convertido mi vida entendería por qué defiendo que no quiero vivir más. Es cierto, no quiero seguir viviendo así, estoy cansada y esta vida me va consumiendo. No estoy viviendo, sólo me estoy limitando a permanecer, a existir por inercia, como una figura de cartón-piedra más. Puede parecer un poco dramático, un poco derrotista, pero no es del todo cierto. Que esté cansada de vivir no quiere decir que me vaya a quitar del medio, que me vaya a suicidar;
(para eso se necesita un solo segundo, no hacen falta reflexiones metafísicas de montones de horas, le preguntaré a Durkheim por su individuo anómico). Yo sé que hay millones de cosas en la vida (
más de cien palabras, más de cien motivos para no cortarse de un tajo las venas; más de cien pupilas donde vernos vivos, más de cien mentiras que valen la pena... que cantaba Sabina hace años), es más, sé que la vida es así, cíclica, inestable, cambiante, hija de puta... Cómo
desahoga un buen taco a tiempo, se merecen el elogio de la humanidad. Son de esas palabras que no pueden decir más con menos, espero que Enrique por fin haya escrito su defensa. Y es que
proferirlas produce un placer, una catarsis como pocas cosas en este mundo. A lo que iba, que me estoy empezando a des-ordenar un poco. Sería para darme de leches que
estudiando el
existencialismo de cabo a rabo y analizando la respuesta creativa de la angustia, lo único que se me ocurriera hacer es preparar un hermoso funeral para mí. No es ese fondo el que he tocado, he tocado el fondo del vacío vital, pero no del vacío
existencial, cuando sienta
vacío existencial habrá dejado de tener sentido todo. Su ausencia es lo que me mantiene en la Tierra. Mientras considere que tiene sentido mi existencia seguiré de pie (quien dice de pie, dice sentada o tumbada, etc.).
Lo cierto es que mi existencia tiene sentido gracias a mis hermanos. Ellos le dan significado y necesidad a mi ser. Personalismo en estado puro ¿no?. Yo soy por ellos, si en algo les puedo ayudar, aquí estoy y eso no tiene precio (si ya lo dice en sus anuncios
Master Card). Muchas veces pienso que soy para ellos su secretaria, su chica para todo, un poco como su ángel de la guarda. Puede sonar petulante, pero un poco es así. Las circunstancias de la vida, de sus vidas, que se van haciendo requieren o precisan de un apoyo extra, y oye me ha tocado a mí. Soy la espectadora invitada a la función de su vida, el convidado de piedra, eso sí, con poco voto pero con mucha voz. Mientras pueda solucionarles algo, no tengo nada más que pensar, sólo obedecer y ¿callar?. Es cierto que me agota un poco, que me canso, que creo que se han hecho un poco dependientes en ese sentido, menos
autosuficientes, pero yo se lo he puesto a huevo... La realidad, la contrapartida, es que esta falta de egoísmo me ha relegado a no vivir mi propia vida y estar siempre pendiente de los demás; en conclusión, me ha creado una dependencia de su dependencia. Me pregunto si ha valido la pena. Pues sí, porque amor con amor se paga, y yo puedo decir que he recibido más, incluso, de lo que he dado.