Leo por casualidad este comentario a un artículo del blog de Eduard Punset: "LA SOLEDAD, ESA GRAN CATÁSTROFE HUMANA" y descubro que no puede venirme mejor. Necesito mi propio castillo de cristal, quiero mi castillo, mi refugio; si es que no lo tengo ya...
"Yo, hace tiempo me construí un Castillo de Cristal. Para defenderme de las grandes piaras de frías bazofias humanas.
Esa fortaleza era como el hospital de mi mente. Lo comencé a construir mientras atravesaba la adolescencia, lo mantuve durante la juventud, y como comprobé que fue el centro de mi salvación, lo he mantenido siempre en pie, y dispuesto a utilizarlo. Construirlo fue una decisión de auténtica necesidad. En él busqué y encontré mi independencia y mi emancipación del rebaño y me predispuse a buscar la perfección más allá del momento y la realidad actual.
El porqué del nombre tiene una sencilla explicación: lo de “Castillo” es el símbolo de una defensa infranqueable y lo de “cristal”, porque es el único elemento que tiene una forma pre-establecida en su propia composición química. Su estructura atómica es ordenada y periódica en las tres dimensiones del espacio. Podrá o no cristalizar en su forma (según los casos), pero nunca tomará otra forma que la propia. Al verlo sabemos lo que es. Es inconfundible. Por eso, de igual manera que el cristal en una solución saturada provoca nuevas cristalizaciones semejantes a si mismo, creando así formas de su propio sistema geométrico, yo, quería encontrar (de forma análoga al cristal), el clima propicio para convertirme en núcleo de energías positivas. Proyectando sobre el medio mis características propias, para poder salir reforzado en mis virtudes, reconocer mejor mis defectos, y evitar ser como tantos tipos que carecen de línea propia y que van orgullosos por la vida luciendo su domesticidad y que por las prebendas echan el cerrojo a su dignidad y castran los nobles y dignos sentimientos de los demás; amoldando su corazón a los prejuicios y su inteligencia (si la tienen), a la rutina.
Me negaba a pertenecer a esa calaña de gente compuesta por frías bazofias humanas, que van por la vida cuidando su “sombra” e ignorando a la “persona”, no siendo capaces nunca de individualizarse, y que ignoran el placer de exclamar “¡soy yo”!, e incapaces de servir a una causa justa, a una fe o a una pasión.
Así que, acudía a mi “Castillo de Cristal” cuando me faltaba la autoestima, cuando me sentía solo ante la multitud, cuando estaba falto de moral, cuando necesitaba ahogar determinadas melancolías, cuando era injustamente tratado y malinterpretado y cuando la mediocridad trataba de engullirme. También me refugiaba en él para huir de servilismo, del abellacamiento y para sentirme libre ante los convencionalismos que los demás pretendían y querían imponerme. Dentro de él convertía mis fracasos en valiosa y útil experiencia y fundamentaba mis ansias de perfección en ella (la experiencia) y el conocimiento. Y me refugiaba en fin…, cuando me sentía vacío y tenía auténticas ganas de llorar, cuando me robaban mis ilusiones, y ¡como no!, cuando tenía que hacer un examen de mi conciencia por las malas acciones (conscientes o inconscientes) que pudiera haber ocasionado a los demás, o por las buenas acciones que (consciente o inconscientemente) no hice pudiendo haberlas hecho. Así, pues, en mi “Castillo de Cristal” es en donde me regeneraba, me autoanalizaba y reflexionaba sobre mis defectos y mis virtudes. No era muy frecuente que recurriese a él, porque resistía bien los golpes y poseía personalidad y un carácter recio y tenaz. Pero a veces los golpes eran tan duros, violentos y continuados que al final caía irremisiblemente. El tiempo de permanencia en él, dependía (lógicamente), del grado de crisis por la que atravesaba y del momento y la forma en que esa crisis se producía. De ahí que, en muchas ocasiones, cuando estaba saliendo de mi “castillo”, algunas malas conciencias que estaban al acecho me asestaban otro golpe y… otra vez “pa’dentro”."
Probaré a encerrarme un ratito en mi castilllo.
1 comentario:
La vida de vez en cuando es menos vida de lo que debería, o no... No sé.
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