Veo desde hace unos días que una nueva serie de televisión se publicita mediante un slogan que me ha llevado a una reflexión profunda; si bien creo que ya había incidido en la idea con anterioridad. La serie en cuestión (que por cierto tiene bastante buena pinta, está protagonizada por un tipo que me agrada, con quien cierto día coincidimos en un bar en Burgos...) tiene un slogan que reza así: "A veces, para ser feliz hay que empezar de nuevo". Ahí es nada.
Sobre qué es ser feliz no voy a hablar. Primero porque creo que no existe la felicidad completa. Hay momentos felices puntualmente o de satisfacción que pueden desembocar en una vida más o menos agradable si se prolongan lo suficiente en el tiempo (a lo mejor la felicidad no es más que esto, preguntaré por ahí). Segundo porque considero, como los existencialistas, que estando condenados a ser libres es imposible alejarse de la angustia, y me temo que eso de la angustia poco tiene que ver con la felicidad. Pienso que sólo son "felices" aquellos que no son demasiado..., en fin no voy a seguir por aquí porque me pierde la lengua, y en parte muchas veces he deseado ser como ellos para no pensar, para no darme cuenta de las cosas, en definitiva, para no sufrir. Si bien creo que la felicidad con mayúsculas sólo está en posesión de quien es plenamente consciente (aunque esto ya lo dijo Aristóteles). El resto sólo son tontos conformistas o satisfechos (al final lo he tenido que soltar). Aquí lo dejo que menos mal que no iba a decir nada.
...hay que empezar de nuevo. Buff, qué es eso de empezar de nuevo y cómo se hace. Si yo pudiera empezaría de nuevo, sobre todo si así consiguiera ser feliz. Lo que ocurre es que creo que no es posible. Únicamente podremos cambiar de lugar, hacer otras cosas, otras actividades, intentar olvidar y seguramente conseguirlo, cambiar ciertas directrices, convivir con otras personas y muchas cosas más; pero lo de empezar de nuevo... Hombre, a menos que a esto le llamemos empezar de nuevo, que para mí, como ya he dicho, no es más que continuar de otra manera. No quiero abusar de citas ni de referencias, pero se me hace imprescindible para justificar mi postura respecto a esta afirmación. Nadie como Gadamer habló de los prejuicios, de su necesidad, y de la imposibilidad o del prejuicio de no tener prejuicios. Todos vamos almacenando a lo largo de nuestra vida, almacenamos vivencias, experiencias, etc. que nos guían en una dirección u otra. Aprendemos gracias a ellas y también condicionan nuestras decisiones futuras. Entonces, cómo vamos a empezar de nuevo, si ese empezar mismo es fruto de una experiencia anterior. Será entonces una ruptura con esa situación. Si a una persona no le ocurriera un hecho traumático, desagradable o llámese como se quiera, nunca haría nada por cambiar su situación. Si algo nos obliga a cambiar, no podemos obviar por qué ha sido, con lo cual eso será el punto de partida de un nuevo camino, de una bifurcación, pero no un empezar. Para concluir, tengo que obligatoriamente citar a Ortega y su tan traída y llevada: "Yo no soy yo, Yo soy yo y mi circunstancia", que es más de lo mismo. Puedo ir y venir todas las veces que quiera, pero no puedo suprimir cualquiera de los pasos que he dado en mi vida, o que han dado los demás que conviven conmigo. Mi "yo" de mañana está completamente imbricado con el de hoy, y es imposible desligarlo, por más que lo pretenda. Ahora, lo que no sé es si mañana seguiré por el mismo camino que hoy, o sucederá algo que me lleve a tomar otra dirección. En cualquier caso, continuaré con mi mochila llena de recuerdos, 29 años de vida... porque de momento, no sé cómo se empieza de nuevo, cómo se borra por completo lo vivido.
1 comentario:
No sé a qué estoy esperando para tomar otro camino de una vez por todas. Debería intentar tomar una bifurcación nueva. Parece que no veo que seguir por este lado me está matando. Ya va siendo hora de que mire por mi misma y sea un poco egoísta de una vez. Vale, no voy a renegar de mi condición, asumida, de sufridora, pero ya me merezco volver a sonreir. Ya no me acuerdo desde cuándo lloro todos los días; desde cuándo este dolor me oprime el pecho y me impide siquiera disfrutar de los buenos momentos que me sobrevienen.
Siempre es el miedo lo que me retiene. Tengo miedo a romper con todo sin haberlo solucionado antes. No quiero marcharme huyendo, quiero irme con la conciencia tranquila de que hice todo lo que pude por reparar una situación de desgaste. Supongo que un día de estos tendré que tomar una decisión definitiva, que me devuelva a la vida.
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