No voy a ir ahora de sacrificada, porque en realidad lo que me pasa es que no puedo vivir sin hacer nada. Necesito actividad, no puedo vivir sin estrés. Cuando he bajado el ritmo o he parado, invadida por la pereza, por la apatía, por la desidia o por lo que sea, me he sentido mal, inútil. Eso que siempre digo irónicamente: un parásito de la sociedad.
Incluso cuando he estado agotada por la distimia, lo único que me ha mantenido es la actividad, mis recados, mis tareas. (Cómo me gusta adjetivar...) Siempre he sido una persona dispuesta, si puedo hacerlo pues lo hago; ¿por qué no? Generalmente me cuesta un mundo decir a algo que no, y eso que hay veces que tendría que hacerlo, más que nada porque en todos los sitios hay gente aprovechada y con más cara que espalda. En fin, soy así y ésto, en concreto, no me disgusta, no quiero cambiarlo. Si asumo una responsabilidad la asumo con todas sus consecuencias. Uno tiene que ser adulto y decidir sopesando, no obrando a la ligera y estando continuamente dando marcha atrás; lo que no implica que uno no pueda rectificar sus elecciones. Por supuesto que pueden abandonarse algunas "tareas"; para hacerlo mal, casi mejor no hacerlo...
Muchas veces pienso que debería montar una empresa de servicios o de ayuda. Algo así como una secretaria, una recadera. En fin, dame actividad, que ya buscaré yo el tiempo para el descanso.
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