Ha tenido que llegar febrero para que vuelva a escribir algo. La verdad es que si no lo he hecho antes ha sido por cansancio y, sobre todo, por pereza, no porque no tuviera nada que contar.
Desde luego este enero de 2012 ha sido bien convulso; cada día ha parecido una etapa distinta de la montaña rusa. Ya lo preveía y lo anticipé cuando di la bienvenida a este nuevo año, habrá de todo un poco; lo que no imaginaba es que fueran a ocurrir tantas cosas tan intensas en tan poco tiempo.
Los Reyes llegaron con un sustazo terrible del que todavía nos estamos recuperando. No se entiende cómo un bebé tan chiquitín y tan protegido y cuidado puede enfermar así sin más. A Dios gracias, se ha quedado en un mal recuerdo y que todos hemos recobrado la normalidad.
Casi simultáneamente a este contratiempo recibí una noticia y la contraria. Resulta que por un acaso de esos que, de vez en cuando, ocurren he conseguido la plaza de profesora que me va a tener ocupada, con una cierta rutina, hasta final de curso. Enterarme de que no había logrado la plaza me dejó chafada, desilusionada y con ganas de abandonar el camino. Estaba preparando mi plan de huida, mi escapada a poner mi mente en claro cuando se produjo este giro. Desde ese jueves todo ha sido ir y venir, correr de un sitio a otro, conocer carreteras nuevas, caras nuevas, nombres nuevos; en definitiva, más aulas y alumnos en mi vida.
El caso es que entre unas cosas y otras, y todas tan repentinas, el estrés se ha apoderado de mi ser; porque, además, quiero y necesito compaginar todo esto con lo que ya tenía en mi agenda; siempre y cuando pueda responder como debo...
Ahora con este agotamiento mental pero, ante todo, físico estoy comiendo mejor, estoy durmiendo como siempre... y estoy pensando poco. Por no pensar he metido un pelín la pata y, ahora, sólo espero centrarme cuanto antes, olvidarlo, volver a mi ser y dejarme de tonterías que luego me hacen daño, no conducen a nada y me acaban pasando factura durante mucho tiempo. Es lo que tiene ser tan emocional.
Pasó enero y ya estamos en febrero, a ver qué nos depara el mes en el que Sabina saca nuevo disco (aunque he de decir que me tiene contrariada) y yo cumplo 32 años.