Me encantan los mandalas. En este en concreto veo un núcleo del que salen numerosas ramificaciones, todas con un nexo común, pero tan independientes unas de otras que casi se repelen. La suerte, algunos pensarán que su desgracia, es que todas están envueltas por un aura común que las obliga a estar siempre juntas, que las condena a entenderse, o cuanto menos a soportarse.
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