martes, 4 de noviembre de 2008

Angustia...

Llegó la hora de ponerse en serio a profundizar sobre el tema de la tesina. Bueno, de momento he recuperado una breve memoria, que más bien es una introducción.
"Angustia es ese estado afectivo de tensión que aparece ante un peligro indeterminado, es la actitud del sujeto dominado por un constante temor a algo impreciso. Puede diferenciarse entre el sujeto de la angustia y el objeto que angustia.
El eje central es dilucidar qué es lo que pasa en el sujeto para considerar peligroso, angustioso, un objeto por impreciso que éste sea. Los filósofos existencialistas han abordado el tema desde diversos puntos de vista. Para Kierkegaard angustia es ante la posibilidad. Posibilidad de un riesgo que todavía no se precisa respecto de qué cosa es, qué consecuencias puede tener. Angustia surge como relación con un objeto, impreciso, indeterminado, pero objeto al fin; esto es connotativo de la impotencia del sujeto frente al objeto.
El psicoanálisis también ha tratado ampliamente el tema. Para Freud, aquello ante lo cual nos sentimos poderosos, seguros cuanto menos, no puede provocarnos ningún tipo de angustia. Angustia es para Freud un estado del Yo. El carácter finalista de la angustia estriba en advertir al sujeto de la existencia del riesgo, y la necesidad de apartarse del objeto que lo suscita. Angustia es también defensa.
Agonía es sin embargo la actitud del sujeto, generalizada, presa de la angustia de modo permanente; de un sujeto que teme cualquier cosa, no se sabe qué, y por lo tanto está siempre en posición de defensa. Es por tanto la agonía una angustia actitudinal, es angustia ante la relación interpersonal y crisis del “self” por descubrimiento de su identidad real.
La angustia en el sujeto es proyectada en el cuerpo, al modo de un proceso morboso que ocurre en él y finalmente termina somatizándose. Ocurre un desplazamiento desde el plano del sujeto, quien no desea tener motivo para la angustia, al plano físico, somático. El sujeto prefiere ser enfermo corporal a ser enfermo psicológico. En la sociedad del siglo XX y XXI, prima el deseo de bienestar mental al del bienestar físico, por la creciente esperanza en los avances de la medicina a nivel físico más que psiquiátrico. Este argumento puede parecer contradictorio al observar que cada vez son más los individuos que hacen uso de las diversas terapias que la psicología oferta para terminar con este estado de angustia.
La angustia ante una situación es angustia ante una relación sujeto-objeto. Esto quiere decir que importa principalmente analizar la relación de esta conducta, calificada de neurótica, para lo cual no sólo interesa saber quién se angustia, sino también qué es lo que angustia, en definitiva, por qué y para qué se expresa la angustia. El rasgo fundamental de la personalidad neurótica es la inseguridad. En sociedades como las del momento presente esta inseguridad es debida a innumerables causas y factores sociales que emergen continuamente.
Angustia constituye el paradigma de la neurosis actual. El síntoma fundamental es la angustia como tal, sin elaboración. El sujeto angustiado experimenta un temor vago, impreciso ante posibilidades de diverso riesgo que afecta a su integridad total. Una forma muy frecuente de angustia se manifiesta en forma de crisis. El individuo se siente sobrecogido, algo puede ocurrirle, incluso lo más terrorífico; no obstante el objeto de la angustia es algo impreciso. Durante la crisis, no se pierde el sentido de la realidad, pero ésta aparece distorsionada, centrada únicamente sobre sí mismo, esto ocurre justamente porque es él el que se encuentra en riesgo, no sabe de qué. La angustia es un estado emocional intenso en las crisis, y mucho menos en el resto de situaciones. Es interesante precisar qué es lo que hace que una situación de angustia desemboque en una crisis. Cuáles son las circunstancias que le llevan a un individuo a sufrir una crisis de angustia. Las causas de los estados de angustia han sido buscadas antes de Freud en perturbaciones fisiológicas. Freud englobó estos estados de angustia producidos por una o varias causas fisiológicas con el nombre de angustia objetiva, para diferenciarla de la angustia neurótica, la cual tiene causas psicológicas, que frecuentemente permanecen ocultas a la persona angustiada.
Ante qué se angustia un neurótico, cuál es el objeto de la angustia. Desde Kierkegaard, se ha repetido constantemente que el sujeto se angustia ante la posibilidad. Elegir no es fácil, y mucho menos cuando la oferta es cada vez más abundante, como ocurre hoy en día. La angustia surge ante la disyuntiva, ante algo posible o de posibles consecuencias. Posibilidad quiere significar varios, es decir, cualquier cosa en un momento dado, que momentos después puede ser cualquier otra. Pero posible es también lo que no es sino que puede ser, por tanto, lo que es solamente objeto imaginario, e imaginario como temible y de consecuencias también imaginarias, diversas, por eso mismo temibles. El objeto de la angustia es por lo tanto un objeto fantástico, imaginario.
Como toda situación crítica de este tipo, que puede denominarse existencial, lo que está en juego es la existencia y la significación que ésta posee y ha poseído para el sujeto. El objeto que causa la angustia, impreciso, adquiere en cada uno determinadas referencias. Lo más común es que el sujeto haga un análisis precipitado y la mayoría de las veces parcial de lo que ha sido su existencia hasta entonces, precisamente por esa sensación de miedo que experimenta ante la posibilidad de fin o aniquilación de su cuerpo o de su vida psíquica.
Para Kierkegaard la angustia es la atalaya de la vida humana, porque desde ella el sujeto se veía obligado a la reflexión sobre sí, sobre su vida y sobre la vida en general. Tras la crisis de angustia los objetos aparecen desvalorizados frente a la situación experimentada, lo banal que hasta ese momento ocupaba su todo su interés deja paso a lo que es ahora lo fundamental.
Esta reflexión enlaza con la función de la angustia, que quedó establecida desde los estudios de Freud como mecanismo de defensa. La angustia es la defensa del “self”. Gracias a ella el sujeto puede preservar su identidad total o parcial, evitando la relación con el objeto que le suscita la angustia, huye de él; objeto en el sentido más amplio del término, esto es, también él mismo, por generador de situaciones que pueden complicar o incluso malograr su identidad.
La función de la crisis de angustia es la de alarma respecto del “self” total, por eso es angustia ante la muerte como terminación de la vida, o es angustia ante la posibilidad de la pérdida de su “self” global, de su identidad como sujeto, la angustia ante la experiencia de la insignificancia de sí mismo. Es preciso hacer hincapié en que muchas crisis se originan ante la posibilidad de no estar a la altura de las circunstancias, de no responder a las expectativas que ante sí o ante los demás el sujeto considera que le son requeridas. Generalmente en la crisis de angustia tiene lugar una brusca regresión del sujeto en todos los planos de su configuración como tal, por eso es habitual que se adopten comportamientos que se asemejan a los miedos infantiles.
La expresión de la angustia tiene como finalidad la obtención de la protección que para uno mismo se desea. Ejemplo de esto se aprecia claramente en sociedades que padecen una situación de angustia generalizada, se pretende que las instituciones o estamentos superiores aseguren la máxima protección a cada uno de los individuos. El miedo juega una baza muy importante en la configuración político-social de las comunidades a lo largo de la historia, y más en la del momento actual. Es primordial hacer una reflexión sobre cómo se utiliza esta situación para dominar a los sujetos que forman parte de la sociedad.
Angustia es una defensa frente a un peligro que se estima exterior o interior. Incluso cuando el peligro es vivido como externo, el riesgo es del sujeto y consecuentemente se interioriza. Además de la angustia y de aquello que angustia, el sujeto tiene que defenderse con el objetivo de no volver a experimentarla. La conducta del neurótico de la angustia puede diferenciarse en dos planos: angustia como conducta de defensa ante el objeto de peligro, y conducta de defensa ante la angustia misma. Este último aspecto del problema es básico, puesto que deja ver lo que se considera el “beneficio secundario”, es decir, lo que el sujeto inconscientemente pretende con la ostentación de su angustia. La angustia manifiesta ante otros es una conducta y como tal relacional. Qué persigue el neurótico con su angustia, o mejor dicho, qué espera conseguir con la conducta angustiosa. En última instancia, es un reclamo de atención en busca de protección. A pesar de esto, angustia no es simulación, no es una pose fingida. La angustia es realmente experimentada por el sujeto, por ella, regresa a niveles en los que por desvalimiento se presenta vulnerable como un niño. Este modo de actuación del neurótico de la angustia pretende en definitiva, el mantenimiento de una relación interpersonal. La búsqueda de este beneficio de le presenta como una necesidad ante la impotencia de que es consciente.
La angustia también puede dar lugar a una situación de apatía e inmovilismo, es la conducta de evitación, que consiste en la limitación de la actividad con el propósito de evitar el objeto que se teme, es la defensa ante la angustia. Esta posición es ciertamente peligrosa puesto que el sujeto puede ser fácilmente dominado por el “protector” de los peligros que acechan a los sujetos.
La angustia en definitiva conlleva una huída, en función del sujeto que la experimente la huída dará lugar a unas situaciones u otras. En sociedades como las de los presentes siglos el sujeto angustiado posee multitud de mecanismos para asegurar su propia integridad. Lo fundamental es hacer un análisis de cómo se manifiestan en sociedad los mencionados sujetos y qué repercusión tiene esta circunstancia a nivel político y social. ¿Qué es lo que hace que cada vez más personas se muestren angustiadas en un mundo que avanza vertiginosamente en todas las direcciones? ¿Por qué la angustia paraliza a buena parte de los individuos mientras que otros se muestran mucho más activos y combatientes? ¿Cuánto deben las artes como el cine, la pintura, la literatura, etc., y los medios de comunicación de masas a la angustia?
Para llevar a cabo este análisis es fundamental hacer un recorrido por las teorías de los filósofos que más profundamente han abordado el tema como Kierkegaard, Heidegger, Sastre, (en definitiva, los existencialistas), el Psicoanálisis de Freud, y los estudios más destacados de psicología y psiquiatría, sobre todo social".

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